Literatura

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El judío que revitalizó un género

El judío que revitalizó un género
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Hasta la fecha, son dieciséis las novelas publicadas por Daniel Silva y protagonizadas por el agente del Mossad y experto restaurador de obras de arte clásico Gabriel Allon. En España, «El espía inglés», la penúltima de la serie publicada en Estados Unidos, es la sexta traducida, aunque su éxito ha sido algo más que moderado. Quizá por el hecho de que su popular espía sea judío. La aversión que los europeos sienten por Israel es directamente proporcional a su apoyo, sin duda irracional, al terrorismo palestino.

Daniel Silva es estadounidense de origen portugués, y tras su paso por la corresponsalía de El Cairo se convirtió al judaísmo. De ahí que su héroe se llame Gabriel, el arcángel que defiende a Israel de sus acusadores. Un personaje políticamente incorrecto en la novela de intriga internacional. Literariamente, Daniel Silva es un escritor minucioso. Narra con meticulosidad los pormenores de la acción, describiendo a los personajes de forma esquemática pero eficaz, como corresponde a la novela de espías, en donde las particularidades del intríngulis suelen ser un tanto abstrusas y hay que dedicarle tiempo a pormenorizar la trama y racionalizar la acción para no despistar al lector entre tantas siglas, agentes dobles y referencias a personajes paralelos de la saga de Gabriel Allon.

Persecución sin cuartel

En este libro vuelve a aparecer el espía y asesino por encargo Keller, con quien Allon ha protagonizado varias aventuras, amigo y partícipe de su odio al asesino de su hijo. Un drama que vive en carne viva en esta persecución sin cuartel al terrorista del IRA. Históricamente, el género de espías ha sufrido un retroceso frente al thriller de intriga psicológica y la novela policíaca, en especial desde el fin de la Guerra Fría. Algo que Daniel Silva ha superado volviendo a colocar en el tablero político internacional el juego de agentes secretos con el terrorismo yihadista, los enfrentamientos entre el SVR ruso, el Vevak iraní y los servicios secretos del Mossad, la CIA, el MI6 inglés. De alguna manera, recupera los enfrentamientos envenenados del período pero en su versión globalizada, como lo ha hecho el genial Terry Hayes con «Soy Pilgrim».

Ambos están renovando el género trufándolos de elementos de la actualidad –el supuesto asesinato de Lady Di– y dando preferencia al espionaje iraní, la desestabilización de Oriente Medio y la amenaza de las mafias rusas, que es tanto como decir la política expansionista del nuevo zar Putin. No se libra de sus críticas Obama y su política con Irán, de la que Gabriel Allón reniega. La paranoia y la política de bandos están inevitablemente unidas a un género tan político como el de espías. El referente literario de Daniel Silva no es tanto Ian Fleming como Eric Ambler, de quien toma su famosa máxima «lo que importa no es quién dispara, sino quién paga la bala». Su tono reflexivo y su capacidad para mantener la intriga desde la primera a la última página convierten sus novelas de espionaje en clásicos de un género que deambula como un zombie desde que John Le Carré, Robert Ludlum y Frederick Forsyth se jubilaron. Silva es lo mejor que le ha pasado al genero de intriga internacional desde entonces.