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El nuevo Ulises es de Austria

larazon

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El caso Handke es único en la literatura europea: como una voz de la conciencia del viejo continente, lo conoce bien y lo ha surcado en varios libros de viaje, novelas y artículos. Ha hablado de su extrañamiento, de su ensimismamiento y sopor desde las montañas de su Carintia natal hasta los encrespados Balcanes –tal vez su tierra predilecta, recordamos la injusta (mala) fama que cobró por sus palabras sobre Serbia–, o hasta las estribaciones de la sierra de Gredos. Se recuerdan sus experimentos literarios –el viaje a la locura de «El miedo del portero al penalti» o la soledad urbana de «Carta breve para un largo adiós»– y su labor teatral y como guionista de cine, de la que es un buen epítome su colaboración con Wim Wenders. Y es único porque pese a su inmensa trayectoria sigue pasando discretamente desapercibida para parte de la crítica, cuando se debería reconocer su indudable maestría literaria.
Su gran obra
Quizá este era el libro que faltaba. «La noche del Morava» puede satisfacer razonablemente a los críticos que buscaban «la gran novela» de Handke. La trama se difumina en la propia personalidad del autor: un escritor consagrado, pero que ya no escribe, reúne a sus amigos y conocidos en un hotel flotante, un barco sobre el río Morava, donde les da de comer y les cuenta un viaje.
La narración odiseica es compartida por el solitario autor, sus invitados y una extraña mujer que, para sorpresa de todos, acompaña al primero en ese barco. Y el viaje, que está en la esencia de toda literatura, es una «road movie» anular, en la vieja tradición europea, en la que el tiempo y el espacio se pliegan a la literatura y a la memoria. Comienza en un renqueante autobús en los Balcanes y atraviesa Europa para volver luego a su punto de partida. Pero antes de hacerlo, de descubrir que el movimiento no existe, que nadie le espera en casa, como a un viejo Odiseo disfrazado y que debe darse a la catarsis final, pasará diversas peripecias por España, Alemania y Austria.
Todo ello resulta en una enorme novela, una Odisea moderna, que reúne todos los fantasmas acostumbrados en su literatura y, a la vez, les imprime un nuevo giro genial. Y además está el estilo, el pulso narrativo inconfundible de Handke, y la mezcla de mundo real y onírico, actualidad y evocación, viaje exterior e interior que propone en este libro intenso.