Crítica de libros

El terror era tu infancia

Dolores Redondo debuta con un excelente «thriller» que evoca a «El silencio de los corderos» «El guardián invisible». Dolores Redondo. DESTINO. 435 páginas,. 18,50 euros. e-book 12,99.

El terror era tu infancia
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La novela policiaca negra, el «hard boiled», siempre fue netamente urbana. Es a partir de los detectives polares cuando el paisaje rural aparece como protagonista de la novela criminal nórdica. A este primer elemento habría que añadirle el protagonismo de la mujer detective, policía o no, ya sea Lisbeth Salander, Annika Bengtzon, Hanne Wilhelsen o la fiscal Rebecka Martinsson. El tercer elemento sería el costumbrismo local, mezclado con la mitología nórdica. Si bien es cierto que en muchas de ellas la crítica social va pareja al derrumbe del Estado de Bienestar, en las más actuales se tiende a mezclar cierto psicologismo con la vuelta al campo –léase el pasado– y la aparición de elementos fantásticos que aluden a lo telúrico de la naturaleza y a la imposibilidad de recuperar esa relación, corrompida por la vida urbana.

Ecos de Ágatha Christie

Lo singular de este exitoso modelo nórdico es hasta qué punto el asesino en serie se ha convertido en el elemento que simboliza esa ruptura y sutura la herida abierta en el imaginario posmoderno. Como toda vuelta atrás, su parecido con la novela criminal de Agatha Christie es evidente, porque recupera el «whodunit», el quién lo hizo, sin renunciar a los logros del thriller, pero situando la acción en el escenario campestre, aparentemente idílico, de los pueblecitos donde Hércules Poirot y la señorita Marple descubrían al asesino.

De esa estirpe es «El guardián invisible», de Dolores Redondo tanto en su relación con la novela polar, vertiente sórdida, como en la clásica indagación policiaca. Hay una detective urbana que debe volver a su pueblo, Elizondo, para investigar los crímenes de un asesino en serie. Como en la tetralogía de Johan Theorin, se recurre al costumbrismo local, a las relaciones envenenadas de la familia y a la mitología vasca del bosque, que tendrán, como en las novelas de Äsa Larsson y su fiscal detective, un relevante protagonismo. El «basajaun» y la «belagile» son convocados como espíritus mágicos que empujarán a la detective foral Amaia Salazar no tanto a descubrir al terrible asesino de niñas vírgenes como a tomarlos como significantes que ayudarán a superar sus traumas infantiles y descubrir al asesino. Dolores Redondo ha escrito una extraordinaria novela criminal de hondo calado humano en la que la inspectora Salazar se confronta, como Clarice Starling, la protagonista de «El silencio de los corderos», con sus propios miedos y terrores infantiles. La complejidad de la trama, el aliento poético de sus descripciones y el tino con el que retrata psicológicamente a sus personajes, hacen difícil encontrar a otro autor que irrumpa en el «thriller» criminal con la fuerza y la originalidad de Dolores Redondo.