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El último misterio de Darwin

Sabina Berman recupera el legado oculto del naturalista en el thriller histórico «El Dios de Darwin»

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El 19 de abril de 1882, Charles Darwin fallecía. Sus restos fueron enterrados en la Abadía de Westminster, dejando un legado científico que le convertiría en uno de los principales personajes del siglo XIX. Su muerte dejaba un interrogante detrás, un enigma enterrado en las páginas de su propia autobiografía. Sesenta folios que fueron arrancados y que no aparecieron en su edición original. ¿Por qué quisieron esconderse esos textos? ¿Qué secreto escondían? Sabina Berman ha escrito un "thriller", "El dios de Darwin"(Destino), cuya protagonista, Karen (aquella niña autista que ya conocimos en "La mujer que buceó dentro del corazón del mundo"), parte de estas preguntas para resolver el caso de una desaparición. Su antiguo compañero de universidad, Antonio Márquez, podría haber sido secuestrado en una ciudad de Oriente Medio donde trabajaba como colaborador de la ONU. Tán sólo ha dejado una huella: un mensaje encriptado referente a un texto inédito de Darwin que contenía "el gran secreto"del naturalista, y que constituye el enigma de su biografía.

Las pesquisas de Karen le llevan a visitar la tumba del científico ¿Por qué está enterrado Darwin en la Abadía de Westminster si era considerado "El gran ateo"? Esta incongruencia fue el hilo conductor que siguió la protagonista hasta encontrar un documento desclasificado del naturalista que haría temblar los cimientos de la ciencia... ¿Podría haberse convertido Darwin al cristianismo en el final de sus días? Con este interrogante, Sabina Berman recupera la figura oculta de Darwin y redescubre un personaje utilizado por muchos con fines partidistas (¿acaso se merecía el científico que su nombre fuese utilizado para definir la tesis que defiende la eugenesia como argumento para aplicar métodos de "depuración"o "mejora"de la especie humana, más conocido como darwinismo social?).

Berman presenta a un hombre que al final de sus días se arrepintió de su ateísmo fulgurante y no negó la existencia de Dios, "pero no el Dios de la Biblia, sino otro", aclara la novelista. "Nos lo han planteado como un hombre que se desinteresó por completo de la religión y eso es falso", afirma la escritora, quién desveló datos tan curiosos como el deseo del científico de ser sacerdote a los veinte años: "tras su viaje en el Beagle comprobó la imposibilidad de un Dios creador de la perfección, pero no negó su existencia como una inteligencia suprema vigilante del proceso de la creación", añade.

Lo cierto es que a Charles Darwin se le conoce por su Teoría de la Evolución, defensora de la ley del más fuerte en la lucha por la supervivencia. Pero poco se sabe del otro Darwin, del que hablaba de la importancia de las especies sociales, presentándolas como "la respuesta de la Naturaleza para suspender la lucha atroz por la existencia", aquellas cuyas relaciones están basadas en el altruísmo, la amistad y la cooperación, y también para acabar con el mito de la ley del más fuerte que "ha hecho instalarse el capitalismo en nuestras democracias", concluía Berman.

En definitiva, lo cierto es que Darwin plantea todavía hoy muchos interrogantes que Sabina Berman, en un "thriller"de acción, intriga y códigos secretos, ayuda a desvelar a través del planteamiento de un debate interno sobre la vigencia de las ideas del científico y su importancia en la actualidad.