Exquisita locura
«Ayer me tragué un chip. Me lancé a hablar sobre el sistema que me rodea». Así comienza «Todos los perros son azules», la novela del poeta y escritor Rodrigo de Souza Leão, nacido en Río de Janeiro en 1965 y fallecido en 2008 en una clínica psiquiátrica, un ámbito ideal para dar rienda suelta a un texto tan loco y autobiográfico como éste.
Rodrigo, el protagonista, está encerrado en esa institución y no sabe muy bien cuál es el motivo. Puede que haya destruido la casa de su madre o puede, también, que haya ocurrido otra cosa. Es igual. Lo importante es que allí sólo cuenta con la compañía de dos seres imaginarios, como unos tales Rimbaud y Baudelaire, con quienes dialoga y discute, y con la fidelidad de un perro de peluche azul, testigo único de una mente y un lenguaje que, en su propia devastación, alucinan. Dividida en cuatro capítulos que aparentemente nada tienen que ver entre sí, lo más inquietante de esta novela exquisita y de ritmo endiablado, sin embargo, no es la trama ni el argumento. Es otra cosa: el mundo extraordinario que Rodrigo de Souza Leão inventa. Una textura inundada por voces que hablan a cada rato, por citas literarias y musicales, por nombres que remiten a otros nombres y por la invención de una lengua que, según cree el narrador en su inagotable delirio, hará posible que todas las criaturas del universo se comuniquen.