Falcones y la horma de su zapato
Es difícil ser genial, laureado y honesto trabajo tras trabajo sin que te lluevan piedras mediáticas. Jamás comprenderé los motivos por los que a los escritores superventas se les cuestiona tanto y desde tan bajas latitudes argumentativas. No son pocos los que parecen temer que el lector empatice con ciertos gustos estéticos, temáticos y narrativos. Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959) sabe perfectamente de lo que hablo, pero, ajeno a todo, y en un «gutta cavat lapiden» continuo, con sus silencios oportunos, su prolija tarea de documentación y su serenidad verbal ha concluido una nueva historia que se postula como centro de las delicias de centenares de afectos. No. No habrá más «catedrales del mar» porque sus intereses circulan ahora y en esta novela por otros derroteros bien diferentes.
«La reina descalza» plantea una historia de amistad y venganza al tiempo que pinta un fresco histórico encarnado en las voces de dos mujeres durante el siglo XVIII: una negra esclava cubana que viaja con su amo para morir en España y una gitana de raza, Milagros Carmona, que vive en Sevilla, tan cautiva como lo fuera Caridad en su isla.
Juntas, harán frente a toda una serie de dificultades encarnadas por el machismo y los enfrenta- mientos familiares, raciales y sociales de un momento histórico concreto y que abocará a las protagonistas a una situación plagada de tragedia y lucha por la supervivencia a quienes afectaba la ley proclamada por Fernando VI. Una obra ágil ésta que demuestra maestría por parte del autor al atravesar aquel luctuoso capítulo de nuestra historia.