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Fogwill sabe de coches más que nadie

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  • Diego Gándara

    Diego Gándara

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Más allá de ser un reconocido cuentista y novelista (autor de «Los pichiciegos», una de las obras fundamentales de la literatura argentina) y, además, un incendiario e irreverente polemista, Rodolfo Enrique Fogwill (más conocido como Fogwill, a secas) fue el cultor de una voz propia, más íntima acaso, y que supo volcarla en la extraordinaria poesía que escribió a la par de su narrativa. Una poesía en la que la fuerza y la potencia se encadenan a una música constante, perpetua, que recorta y expande el sentido de las palabras, de la propia experiencia poética de Fogwill.
Toda esa poesía aparece reunida por primera vez en esta «Poesía completa» recién editada por Alfaguara. Más de quinientas páginas que incluyen desde el iniciático «El efecto de realidad» de 1980 hasta «Últimos movimientos», de 2004, más el hasta ahora inédito «Gente muy fea» (un libro que fue encontrado por los familiares de Fogwill tras la muerte de éste) y en las que se asiste a una obra en permanente movimiento y donde aparecen, también, las obsesiones y las temáticas que acompañaron al escritor que, como dijo Borges, más sabía de coches y cigarrillos: las drogas, el sexo, el tabaco, la escritura como navegación.
«Urde un proyecto íntimo de conmover», se lee en el primer verso del libro, como si en él se concentrara toda la poética de Fogwill, quien no duda, desde sus inicios, en convocar las voces de otros poetas como Kavafis, Neruda, Juan L. Ortiz, Juan Gelman o Mario Trejo para escribir su versos y que para estar debió antes –escribe– «ser descartado por Ellos» y ser oído por «una voz parecida a la mía».
«Su poética expresa una lengua vulgar, entendida por todos; es lírica e incluso la actividad, para él, extraordinariamente digna y seria», dice en el prólogo el poeta Arturo Carrera, que agrega que, para el escritor hacer un poema era «como fabricar un lujoso mueble, una marquetería», un armado y firme en el que, como señala Fogwill en uno de sus poemas, «todas las sílabas que se omitieron vuelven».