Ginés Sánchez, la apatía sólo está en la ficción
Distante. Así es como se muestra Ginés Sánchez con sus personajes. Quiere marcar el espacio. Tanto, que «a ‘‘Gusanito’’ –protagonista de ‘‘Entre los vivos’’ (Tusquets), su última novela– nadie le llama así», explica. ¿Por qué? «Se trata de generar una empatía con un ser que en el fondo es un auténtico desastre». Mostrar cada resquicio de él, poner todos los elementos que le han llevado a ese punto, a la desidia. Y es que César Gálvez, «Gusanito», ha entrado en una espiral de autodestrucción –despido de trabajo incluído– en la que van pasado los días a ritmo de vértigo. Con el único consuelo de chats y videojuegos.
Un personaje invadido por ese espíritu «nini» que prácticamente adquiere el papel de malo. «Pero por malo que sea no deja de ser humano, de ahí que me guste romper con la tradición de mostrar a estos personajes como algo muy plano y con muy pocas facetas», comenta el autor. Eso sí, la diferencia de este protagonista a la deriva choca de lleno con su creador, culo inquieto y deseoso de nuevos retos por definición. Ése es Ginés Sánchez, un murciano que, tras licenciarse en Derecho y ejercer de abogado durante diez años, decidió romper con todo para embarcarse en nuevas aventuras por el Caribe, Irlanda e Italia, ya fuera de recepcionista, camarero, guía o comercial. Recorrido que le nutrió para lanzarse con «Lobisón», primero, «Los gatos pardos», después, y, en este curso, con «Entre los vivos».
Entre las letras de sus escritos ha encontrado acomodo, de momento, porque no descarta volar de nuevo en un futuro: «Estoy enfocado en esto, que es con lo que me lo paso bien y disfruto. Entiendo que quedan cosas pendientes por hacer, pero cuando sea su momento ya las retomaremos».
El presente es agotar esa «droga» –dice– que para Sánchez es el escribir, por mucho que a veces sienta cierta sobredosis y «tenga que parar». El día que llegue lo tiene claro: «Asia es el lugar en el que expandirme por un tiempo». Mientras lo suyo es, como ya hizo en «Los gatos pardos», perturbar, «lo que pretendo siempre es generar emociones». ¿Cómo? «Pues cuanto más extremas sean mejor, me interesa remover al lector, que sientan los arañazos por dentro. Lo de hacer pensar a la gente no es fácil, pero que por lo menos quede cicatriz, aunque sólo sea unos días», puntualiza. Ahí radica el premio para Ginés Sánchez, no tanto en los premios –que ya los tuvo con sus dos primeras obras y que reconoce que «están bien porque te ayudan a comprar tiempo»– lo suyo es «que la gente cuando termine su lectura se quede con la sonrisa de haber disfrutado y de decir ‘‘eres un cabrón’’».