Ignacio del Valle reúne 14 relatos acuñados en oro
Ignacio del Valle recuerda con frecuencia cómo arrancaban los relatos en los bazares del Norte de África: «Si me das una moneda de cobre, te cuento un cuento de oro». El relato, en apariencia sencillo, era considerado una fuente de sabiduría, una herramienta para que el individuo lidiase con la realidad. Hoy, Del Valle resucita la esencia del relato y, aunque no reclama esa moneda de cobre, sí reúne en su nuevo libro, «Caminando sobre las aguas», catorce historias acuñadas en oro. En su permanente búsqueda de la belleza y de la proporción, como él mismo reconoce, presenta a todos sus personajes «en una frontera vital», que deja al lector en un vuelco perpetuo de emociones.
Del Valle, avalado por la crítica con su novela «Busca mi rostro», no prepara el terreno, no hay «érase una vez» o «en un reino muy lejano». Se presenta descarnado con los cuentos «Círculos» y «Jaque», en los que los personajes se mueven en «interregnos políticos, morales...», como explica el escritor. Esa tierra de nadie será la columna que vertebre las distintas historias. Así, consigue convertir lo cotidiano en excepcional «porque el ser humano no puede vivir en la realidad pura y dura», y se sirve de las paradojas de la vida como terreno sobre el que edificar sus relatos.
Espíritu florentino
El pilar fundamental de esta compilación es «Navegando entre aguas». «Quería que ese cuento impregnase con su aliento el resto de historias. El protagonista es el doble de Lorenzo de Médici y transcurre en Florencia, una ciudad que me apasiona por su obsesión con la búsqueda de la proporción, de la belleza, y también de la identidad. Nosotros, como la medida del mundo, algo muy quijotesco», argumenta. Defensor a ultranza del conocimiento como motor de la vida, Del Valle encarna una de esas paradojas que tan magistralmente conduce en su obra, ya que su cuento favorito es «Corazón», el menos racional, la historia de un cruzado que renuncia a la gloria eterna por amor.