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Jesús Aguado: «Los tuits son un invento de los poetas japoneses»

Jesús Aguado / Escritor. Acaba de publicar su nuevo libro, «Carta al padre», que comparte título con una obra de Kafka, todo un atrevimiento por su parte
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Acaba de publicar su nuevo libro, «Carta al padre», que comparte título con una obra de Kafka, todo un atrevimiento por su parte
Hay palabras que juntas son difíciles de pronunciar. «Te quiero», «te odio»... Más fácil es escribirlas, como dos líneas más arriba. Por ello, Jesús Aguado le ha dicho a su padre todo lo que durante años se le había anudado en la gargante en «Carta al padre» (Fundación José Manuel Lara), un libro que «no quería publicar», asegura.
–¿Por qué no?
–Por un miedo personal. Ahora estoy respondiendo preguntas sobre un tema que no sé ni siquiera si he resuelto conmigo mismo o no. También por respeto familiar, hay sentimientos contradictorios en todos nosotros y no es fácil relacionarse con personas que forman parte de una institución tan poderosa como la familia.
–¿Otro motivo puede ser la vergüenza?
–No, porque esto es lo que soy y lo intento ser con respeto, y desde ese presupuesto no tengo razones para sentirla. Es más bien pudor. Porque expongo temas muy íntimos al dominio público.
–Ha intentado resolver el entroncamiento con su padre a través de la literatura, ¿es la mejor forma?
–Algo muy humano es evitar los conflictos, cualquiera que sea. Hay que afrontarlos de manera creativa, positiva, para mejorarlos en lugar de empeorarlos, y sin miedo, pero la mayor parte de las personas no lo hacen. Por eso vivimos en una sociedad donde los enfrentamientos acaban estallando y necesitamos tantas terapias, apoyo psicológico y pastillas. Todo lo que sea sacar las cosas y dejarlas en claro viene bastante bien. El problema se produce cuando uno se queda las cosas dentro.
–¿Son los escritores cobardes al no enfrentar los conflictos cara a cara sino a través de la literatura?
–Es una forma de verlo. Pero no sólo eso, sino que hay muchas cosas en «Carta al padre» que yo me he ocultado a mí mismo durante decenas de años. Desde luego, eso es cobardía. Yo lo asumo y no lo he remediado publicando el libro, no voy a presumir de valiente.
–¿Le ha servido de redención?
–Yo no quiero usar un vocabulario cristiano, ni culpa ni perdón. No tengo nada que perdonarme, sí tengo bastante que investigar, que escrutar, preguntas que hacerme... Estamos mediatizados por una terminología que en muchos casos se ha vuelto obsoleta y ya no nos sirve para gestionar nuestras emociones en el mundo contemporáneo. Prefiero situarme en otro plano. Frecuentar la cultura de la India, tener la conciencia de sus poetas y su sociedad me ha ayudado a sacudirme la culpa y el perdón y mirar todo desde otro punto de vista.
–Vivió en la India, ¿qué buscaba yendo a allí?
–Me apoyó a crecer sin estar obsesionado con la figura del padre. Era una tierra en la que yo no tenía el referente paterno y podía desarrollarme mejor como persona y escritor, sin estar mediatizado, condicionado y aplastado.
–Acaba de decir que frecuenta la cultura india, ¿qué nos recomienda?
–Hay cientos de poetas místicos que son fabulosos. He realizado versiones de ellos e invito a conocerlos. Además, existen doscientos San Juan de la Cruz y quinientas Teresa de Jesús. Es un país donde ha proliferado la literatura religiosa, devocional y de altísimo nivel.
–¿En qué se diferencia la figura paterna en la cultura occidental y oriental?
–A grandes rasgos, aquí está más individualizada, es el papel que asume cada padre en su familia. Allí los progenitores ocupan el puesto que les otorga la sociedad.
–¿Cree que hoy en día se abusa de la metáfora?
–Yo soy un enamorado de ella y de la literatura de imaginación. Creo que no se utiliza de manera positiva. La que es fruto sólo del ingenio no aporta nada al mundo, la que abre puertas a espacios desconocidos, sí. Yo creo en la segunda.
–Lo preguntaba porque Twitter ha provocado que se escriban muchas metáforas en 140 caracteres.
–Los tuits los inventaron los poetas japoneses con el haiku hace miles de años.
–A su hija la mira como padre y, sin embargo, para escribir este libro ha vuelto a ser el hijo.
–Cuando miro a mi hija intento recordar el niño que fui, siempre sabiendo que tengo una responsabilidad como padre. De hecho, cualquier hijo te actualiza cosas que tú tenías olvidadas de tu propia niñez. Eso lo vivo con mucha alegría.
–¿Le interesa que conozca a su abuelo mediante este libro?
–Lo acabará conociendo, me guste o no porque ahí está. Con estas páginas tendrá un punto de referencia para juzgarme a mí, no a su abuelo. Le doy herramientas para enfrentarse a todo lo bueno y lo malo que supone tener un padre, y para que me escriba una carta en un futuro.

El lector

La entrevista tiene lugar en un restaurante de Madrid cuyas paredes están forradas de papel de periódico. Las noticias aparecen por todos lados y Jesús Aguado parece indiferente a ellas, pero, en realidad, sí que sigue la actualidad a través de la Prensa. De hecho, no tiene cuenta de Twitter –ni falta que hace–, su estilo para informarse (y también para promocionarse como escritor) es el convencional.