La maldad no tiene límites
Freeman teje en «Acosada» una inquietante intriga psicológica en la que nada es lo que parece
Con la plena incorporación de la mujer a la policía, los focos de conflictividad en la novela negra se han multiplicado. Ya no es una novedad que el detective sea una teniente aguerrida, una mujer alfa, ni que el triste y solitario detective privado sea una mujer, expuesta a mayores presiones si cabe que el taciturno varón de antaño. Incluso –cosa infrecuente–, que un asesino múltiple sea una mujer. La novela criminal va adaptándose a los nuevos usos y costumbres sociales y buscando fórmulas alternativas para reconvertir los géneros tradicionales donde la mujer era una «femme fatal».
En «Acosada» Brian Freeman vuelve a proponer una intriga psicológica a la altura de sus novelas anteriores: «Inmoral» y «Venganza», protagonizadas por el teniente Jonathan Stride y la detective Serena Dial. En esta nueva aventura, su compañera es acusada de asesinar a su marido y él apartado del caso. Un buen punto de partida para que Brian Freeman trocee la investigación en cuatro ejes: cada personaje envuelto en una acción paralela le permitirá crear una trama más compleja y explorar las consecuencias psíquicas del acoso físico desde puntos de vista distintos.
No hay novela de suspense sin personajes conflictivos y una trama que airee un submundo tan desconcertante como la problemática psicológica y moral de los protagonistas. Es a través de sus pensamientos, temores, deseos y conflictos no resueltos como Freeman crea la atmósfera de una intriga que ha de remover las conciencias y evidenciar hasta qué simas de podredumbre y abyección son capaces de caer los seres humanos. El asesinato es apenas el macabro detonante que pide a gritos una investigación que airee la maloliente sentina social.
Aparente normalidad
Detrás de una buena novela de intriga psicológica se esconde una novela moral. Tras la amable máscara social, emerge, merced a la investigación policial, un submundo oculto, repleto de pasiones inconfesables, odios reprimidos, sexo sucio y prácticas aberrantes. Bajo la límpida superficie de un pueblo medio, como puso de relieve David Lynch, se oculta un mundo obsceno –fuera de escena–, que gracias a la eficacia policial devolverá a la normalidad sin la cual no hay sociedad vivible.
Brian Freeman es un escritor de novelas de suspense excepcional. Tiene el don de manejar la psicología de los personajes con maestría y lograr un aura de misterio sin apenas llamar la atención del lector, al que guía por oscuros vericuetos mentales hasta colocarlo en una situación de estrés emocional y suspense extremos. Mientras arrecia una ventisca que no podrá ocultar bajo la nieve la ferocidad del ser humano.