Cultura

Crítica de libros

La mancha humana

La mancha humana
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No se sabe si se trata de un juego o de una conspiración. Para el caso es lo mismo, porque de lo que se trata, quizá, no es del juego ni de la conspiración, sino de las miles de máscaras que nos vamos poniendo a lo largo de nuestra vida para destruirnos y convertirnos en otros o en los mismos de siempre, pero conscientes de que, en el fondo, tal vez todo obedezca a un juego. En su nueva novela, el escritor americano Jonathan Lethem, uno de esos autores que irrumpieron en el panorama literario de Estados Unidos como hijos de una generación post-industrial a comienzos del mileno, se introduce en la piel de un personaje tan atractivo como enigmático: Alexander Bruno, un experto jugador de backgammon que viaja por el mundo ganando y perdiendo dinero a cada rato y que en su irremediable juego termina siendo otro.

Después de una racha de mala suerte en Singapur, al comienzo de la obra Bruno se encuentra en Alemania. Juega una partida con el millonario herr Köhler y, cuando está a punto de hacerse con el dinero que le permitirá saldar las deudas acumuladas, una mancha en el ojo que lo persigue desde que ha llegado a Europa se transforma en una visión doble y en un colapso repentino. Diagnóstico: un tumor que debe ser operado lo más pronto posible y para lo cual necesita dinero.

Una tienda extravagante

Y el dinero se lo presta Keih Storlarsky, un conocido de la infancia convertido en promotor inmobiliario, un magnate de las hamburguesas y dueño de una extravagante tienda de ropa, que lo deposita ante las manos del cirujano Noah Behringer, en California, que le extirpará el tumor, un mengioma atípico, no sin antes, como le dice el médico, tener que destruirlo. La obra, que distribuye su estructura en tres partes, decae por momentos especialmente cuando Lethem se torna descriptivo y el ritmo tiende a volverse demasiado lento. Ahí no acierta. Pero, en conjunto, la historia logra entrelazar los diferentes sucesos que atravesarán la vida de Bruno que forman, de ese modo, un entramado kafkiano que muestra cómo se mueven los hilos de la astucia, del juego, y hacen que el mundo entero se convierta en un duro oponente.

Porque si bien el cirujano logra extirparle el tumor al protagonista con éxito, la operación también condena a Bruno a vivir una vida en la que todo le resultará cada vez más más desaprensivo, más frágil, y en la que volverá a ver el mundo como lo ven los ojos de Jonathan Lethem en esta novela: en su máxima expresión de crueldad innesaria. La visión de un mundo en el que las reglas, y no el juego, parecen haberse terminado.