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La revolución culinaria de Laura Esquivel

La escritora regresa en su más reciente novela a la historia de Tita, protagonista de «Como agua para chocolate», y promete un tercer libro sobre los personajes del rancho
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Cuando el fuego consume a Tita de la Garza y a su amante, Pedro, en su rancho de México, lo único que sobrevive es el diario de ella. A partir de las recetas y anécdotas que recogen sus páginas, Lucía Brown, sobrina-nieta de Tita, construye la historia de amor prohibido de «Como agua para chocolate». Casi treinta años después, Laura Esquivel, su autora, regresa a ella con «El diario de Tita» (Suma de letras), el cuaderno en que la protagonista de la famosa novela narra en primera persona sus vivencias dentro y fuera de la cocina. El libro simula el típico diario de una adolescente: escrito en caligrafía y lleno de recuerdos –hojas y flores secas– y fotografías de los personajes principales. «Revivir a Tita fue bellísimo, así como retomar 20 años de su vida que no vienen en el libro original. Ésta es una biografía emocional: es ella con sus emociones y reflexiones», dice Esquivel.
Para la mexicana, de 65 años, la siembra, cosecha y preparación de los alimentos siempre ha sido un factor esencial. En «Como agua para chocolate» las emociones que Tita experimenta mientras cocina se transmiten a sus comensales en modos extraordinarios. Esquivel cree que hoy esa idea vuelve a ser atractiva: «Me sorprende que a la nueva generación –la que no conoció el libro en su momento–, le encanta esta historia. Inicialmente creí que era porque hablaba de un mundo que la modernidad nos había arrebatado, pero ahora me parece que los jóvenes se identifican con ella porque sienten, a nivel del inconsciente colectivo, que la salida de este sistema opresivo y de control en que vivimos está en sembrar y cosechar con una idea real del bienestar».
Aunque se le recuerda por su historia de amor con Pedro, el marido de su hermana, Tita fue ante todo una revolucionaria: se negó a continuar con la tradición según la cual las hijas menores de cada familia debían permanecer solteras para cuidar de sus madres en la vejez. Pero la suya fue una revuelta silenciosa y personal, llena de sacrificio. Su hermana Gertrudis, por su parte, se fue a luchar junto a los revolucionarios mexicanos, y la tercera, Rosaura, personificaba la resistencia al cambio. La lucha entre tradición y modernidad vuelve a aparecer en esta novela, pero la autora insiste en que es la batalla de Tita la que más repercusión tiene: «Con el tiempo, las revoluciones sociales se van desdibujando, pierden fuerza y vigencia y, generalmente, el cambio consiste en que una camarilla llega a ocupar el lugar que tenía otra. La verdadera revolución ocurrirá cuando empatemos el cambio íntimo con el público, lo que sucede en la intimidad de las familias y las cocinas con lo que sucede en el exterior».
Ese enfrentamiento entre tradición y modernidad es aun más evidente en el tercer libro que completará lo que la autora ha ideado como una trilogía, compuesta por: «Como agua para chocolate», «El diario de Tita», y «Mi negro pasado», la tercera parte de la historia, en la que ya está trabajando. María, la narradora del último de los libros, es la nieta de Lucía Brown, una comedora compulsiva, con sobre peso y ninguna experiencia en la cocina. «María ha perdido el conocimiento de sus ancestros. Pero encuentra el diario de Tita y, a través de él, va a sanar y reflexionar desde la época actual», dice la autora: «Ella nos recuerda lo importante que es rescatar ese conocimiento familiar, que está allí escondido, y el cual tenemos que recobrar y utilizar en el presente».