Las alegrías no vienen solas
Desde que publicó su éxito internacional «Contra el viento del norte», Glattauer se ha convertido en una presencia continua en el panorama literario. Los lectores acuden a su encuentro suponiendo que no será como la primera la vez, nunca lo es, pero también seguros de que no va a defraudarlos. Durante estos últimos años el autor vienés ha dejado el periodismo y se ha formado como consultor social y psicológico. El dato es interesante para entender la elección del hilo conductor de esta novela, basado en un hecho real: hace unos años un anónimo donante repartió miles de euros entre las personas más necesitadas de una localidad austriaca.
Gerold Plassek es periodista de un diario gratuito, un hombre de mediana edad que pasa más tiempo del recomendable en la taberna más cercana. Su vida sin estímulos da un drástico giro cuando descubre que tiene un hijo que va a pasar con él las tardes, el anónimo donante elige sus artículos de sociedad para envolver sus billetes, se enamora y empieza a llevarse bien con otra hija... ¿Y por qué no? Si nosotros pensamos que las desgracias nunca vienen solas, Glattauer se esfuerza para convencernos de que lo mismo pasa con las alegrías. Y lo hace bien, dibuja personajes y situaciones reconocibles, salpica sus ágiles diálogos y divagaciones con un irónico sentido del humor y consigue un gratificante final haciendo un guiño a la inteligencia del lector. Una muestra de que la literatura de entretenimiento, además de ser necesaria, puede tener calidad.