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Leer por placer

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A partir de los años sesenta del pasado siglo, la teoría de la literatura y la crítica de la cultura experimentaron un imprevisto auge. Bastaba con mezclar la deconstrucción textual de Derrida con el postfreudianismo lacaniano, o el generativismo de Genette con la estilística de Kristeva, para obtener un prestigioso cóctel rebosante de enfáticas afirmaciones conceptuales y, a menudo, indescifrables planteamientos y pretenciosas hipótesis. Contra los excesos de este teoricismo desatado, Antoine Compagnon (1950), catedrático de Literatura Francesa, ha escrito «El demonio de la teoría. Literatura y sentido común», donde defiende con valiente gallardía la equilibrada moderación en los postulados críticos que explican la obra literaria y ese «sentido común» del subtítulo, que tan bien define la necesaria sensatez lectora. Más allá de toda esta parafernalia teorizante, se propone aquí, como básico criterio estético, la identificación de una clara «voluntad de estilo», la evidencia de una retórica de elaborada factura autorial. Y todo tendente a obtener lo que Barthes denomina «el placer del texto», porque ésta es la intención de la literatura: lograr, con las palabras y las imágenes, y sentimientos que provocan una gratificación placentera del pensamiento racional y la sensibilidad estética. Plenamente documentado, este libro demuestra la conveniencia de anteponer la lectura de Cervantes y Proust a la de Jakobson o Saussure. Contra la teoría y por la literatura.