Lope de Vega, borrón y cuenta nueva
La RAE presenta la edición facsímil del «Códice Durán-Masaveu», un tomo que ayuda a entender el proceso de escritura del poeta. El conjunto de manuscritos incluye poemas, cartas y hasta dos planes para obras teatrales escritos en su madurez, entre 1626 y 1631
Existe cierto acuerdo en cuanto al número de comedias que, como mínimo, escribió Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635): unas 400, de las que nos han llegado un centenar. No lo hay tanto sobre las que pudo llegar a escribir como máximo, cifra que algún estudioso ha elevado hasta 1.800. Este extremo se discute y, en cualquier caso, casi todas se habrían perdido en el río de los siglos. Además, el soldado, amante y tardío clérigo dejó novelas, ensayos teóricos y mucha lírica, una abundante e influyente producción poética publicada, por no hablar de la ingente cantidad de versos de juventud escritos de forma anónima. En total, varios miles de poemas. Una vida tan prolífica hizo con frecuencia pensar en él como un poeta rápido, al que le costaba poco escribir. Ahora sabemos que al Fénix de los Ingenios la inspiración le encontraba trabajando de forma incansable. Escribía, reescribía, tachaba, corregía. Lo sabemos, en parte, gracias la nueva edición facsímil del «Códice Durán-Masaveu», uno de los conjuntos de manuscritos más interesantes del gran literato madrileño.
Rebautizado
La Real Academia Española, la Corporación Masaveu –propietaria del original– y la Fundación María Cristina Masaveu Peterson han aunado esfuerzos en esta edición, coordinada y analizada por el ex presidente de la docta casa, Víctor García de la Concha. El códice, tradicionalmente «Durán» a secas y ahora rebautizado con el apellido del mecenas que lo recuperó en 1928 –se conserva en el Palacio de Hevia, en Asturias–, es casi un «diario de trabajo» del poeta áureo, como explicó García de la Concha, ya que en él «hay de todo»: loas, motes, planes en prosa para futuras comedias, letrillas... Todo lo anotaba Lope con minuciosidad y una letra de médico de cabecera que sin duda le habrá dado trabajo al académico y al equipo de expertos que han colaborado en el tomo. «Lo fundamental de este texto es que se ve la originalidad y el poder de creación de Lope», resumía García de la Concha como colofón a su presentación. Es la esencia de un volumen que recoge textos pertenecientes al «ciclo de senectute» de Lope, es decir, correspondientes a su etapa de madurez, entre 1626 y 1631, un ciclo del que salieron textos que luego se integraron en obras como «Corona trágica» (1627), las «Rimas de Burguillos» (1634) y «La Vega del Parnaso» (1629). Hay también una loa para «La noche de San Juan» y versos que luego incluyó en «El castigo sin venganza».
Para entonces, llevaba Lope más de dos décadas al servicio de don Luis Fernández de Córdoba, Duque de Sessa –como secretario «in pectore», nunca nombrado ni reconocido con cargo alguno–, para el que escribía de todo: cartas amorosas, borradores de billetes, memoriales, poemas y otros caprichos, pues era el noble, recordaba Amezúa, citado ayer por García de la Concha, «mozo vano, ligero, indolente y sensual». Pese a ello, el Duque se interesó por todos los escritos del poeta, quien le enviaba periódicamente comedias, romances, versos y otras letras. Formó así, explica García de la Concha, «el más rico archivo de autógrafos del Fénix». Imposible cuantificar el número de papeles que atesoró. Se cree que el Duque llegó a reunir ocho volúmenes de cartas de Lope. Hoy se conservan cinco, además de tres códices poéticos: el hoy presentado, el «Códice Pidal» y el «Códice Daza», que, cuenta García de la Concha, «cumplían en cierto modo la función de diario poético». Un diario ordenado en un cartapacio en el que dominaba el desorden, pues los empleados del duque de Sessa prestaron poca atención a la correcta paginación. Los códices «Pidal» y «Durán» podrían de hecho ser fragmentos de un mismo libro en realidad. La pista la ofrecen las foliaciones de este tomo, al que por cierto le faltan 140 páginas, acaso de comedias arrancadas. El «Durán-Masaveu» recoge las 176 hojas autógrafas así como el índice que Durán realizó de su puño y letra, años antes de que pasara a sus herederos, momento en que el poeta Manuel Machado lo examinó.
El equipo encabezado por García de la Concha ha añadido una transcripción completa, con los versos sin corregir, tachones incluidos, y al lado corregidos para su adecuada comprensión. Una lectura siempre grata y sorprendente que nos descubre rimas como la que compone a la fuente de Garcilaso en Batres, un homenaje al maestro de su generación: «Con respeto se retrata / en esta fuente la aurora, / mientras su deidad sonora / dulces números dilata. / Sus ondas de viva plata, / caracteres cristalinos / trasladad, oh peregrinos, / y a vuestros dichosos labios / en perlas conceptos sabios / y en cristal versos divinos».
Pero, sobre todo, el volumen sirve para apreciar el proceso creativo del Fénix de los Ingenios: «El valor principal de este tomo radica en el propio facsímil, que destierra la imagen de poeta fácil de Lope y muestra las diferencias entre su poesía y la escritura dramática», subrayaba el responsable de la edición. Y añade sobre los «planes» o borradores de obras teatrales que contiene: «Son la prueba de que la comedia existía primero en prosa y pasaba luego a verso». Lope, además, tachaba, reescribía y emborronaba. Hasta tres folios le llega a costar dar con el soneto definitivo que busca en una ocasión. «No existen en la literatura española materiales de este tipo», terminó García de la Concha, «importantes para saber cómo crea Lope un poema».