Cultura

Crítica de libros

Los trucos de una traductora

Los trucos de una traductora
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El curioso título de este libro responde a una cita de Max Weber, quien, en su famosa conferencia «La política como vocación» definía aquella como el arte de «taladrar duras tablas con pasión y tino». Al hilo de ese motivo este ensayo del escritor y cineasta alemán Alexander Kluge engarza 133 pequeñas piezas de pensamiento afilado, casi como un taladro de precisión, que sirven para diseccionar la política internacional de los últimos 150 años. Bien es cierto que Kluge, apasionado de Alejandro y de la antigüedad, es heredero de Aristóteles en su análisis desapasionado de todas las circunstancias, también las pasionales, de este complejo animal de la polis que es el hombre. Y muestra la política en todas sus armas y tretas, hasta en sus bambalinas más inesperadas. Muy conocido en Alemania por su labor de divulgador cultural en programas televisivos, aparte de por sus galardones literarios y por ser parte del llamado Nuevo Cine alemán, Kluge combina aquí su interés por la imagen y por la política vista en su «longue durée».

Sus fragmentos de episodios pintorescos evocan la curiosa relación entre causalidad y casualidad en lo político: por ejemplo, la dispepsia de Hitler y Speer como causante de decisiones erróneas en la dirección de la guerra, las cenizas del volcán islandés que hicieron que el núcleo decisorio de la Cancillería alemana se trasladase en autobús por toda Europa como un gabinete móvil al que se le pinchó una rueda, los trucos de la intérprete entre Putin y Hugo Chávez que intercaló de su cuño refranes rusos para lograr un mejor entendimiento en una situación tensa... En fin, son inclinaciones personales, redes de contacto, buenas comidas o malas digestiones que, en el fondo, hacen que la cumbre europea o el encuentro entre líderes triunfe o no. Todo un hallazgo afortunado para entender la política.