Manchados de arte con Ullán
A finales del siglo XIX un adolescente Picasso pintaba lienzos de un impresionante realismo academicista; en su madurez estilizaría temas y trazos, alcanzando un minimalismo de honda fuerza expresiva. Él mismo se encargó de aclarar que había necesitado quince años, los primeros de su vida, en aprender a pintar como un hombre y los restantes setenta en hacerlo como un niño. Con esta proclama relativizaba el arte contemporáneo y avalaba una estética que huía de la representación mimética de la realidad. Las vanguardias, el arte abstracto, la experimentación conceptual recorrerán Europa durante décadas y, entre nosotros, bastará recordar el abstraccionismo del grupo El Paso, el funcionalismo geométrico de Gaceta de Arte o el surrealismo canario de la generación de Millares.
La figura intelectual de José-Miguel Ullán (Villarino de los Aires, Salamanca, 1944-Madrid, 2009) es irrepetible. A sus facetas de poeta visual y periodista cultural unirá la de crítico de arte, que además colabora de cerca con destacados pintores y hasta desarrolla una obra plástica propia, sus originales «agrafismos», que combinan el grabado con el dibujo y el diseño gráfico. Se publican ahora, bajo el título de «Los nombres y las manchas. Escritos sobre arte», sus destacados ensayos acerca de artistas de la talla de Broto, Saura, Chillida, Vicente Rojo, Tàpies o Miró entre otros diversos creadores. Lo mejor de este recopilatorio radica en el idiosincrático lenguaje crítico de Ullán, pura mixtificación literaria basada en un riguroso conocimiento técnico y estético de la obra de arte. Juegos de palabras, desconcertantes metáforas, ingeniosas digresiones o extravagantes supuestos conviven con la minuciosa disección de las principales claves plásticas de nuestro tiempo. La descripción de un lienzo abstracto no es fácil; aquí se convierte en pura literatura.