«Merkel es la nueva "femme fatale"»
«Cabaret Pompeya». Andreu Martín. Alevosía. 632 páginas, 21,95 euros.
Escribe de los bajos fondos y dispara, con su pistola cargada de tinta, historias para dar luz a un género, por definición, oscuro. Sin embargo, ni el ruido de las balas puede ya con ese tono socarrón que despiega en sus libros y con el que ameniza sus conversaciones. Andreu Martín (Barcelona, 1949) se siente hoy más que nunca padre y también hijo: el progenitor de un género y el sucesor de una generación redescubierta y admirada en su nueva novela "Cabaret Pompeya"(Alevosía).
-Cabaret Pompeya se presenta como "la gran novela policíaca sobre Barcelona". ¿Definirla así es por convicción personal o por imprudencia?
-Se trata de un pretensión y, como tal, resulta pretenciosa. En su momento fue una broma, pero sí me planteé cuál sería esa novela que hablaría de la Barcelona de las pistolas. Y a partir de ahí se inició una investigación, que tiene mucho que ver más con mi trayectoria personal y con los imputs que he recibido a lo largo de mi vida.
-¿La ciudad Condal era el escenario imprescindible?
-Escribo novela policiaca ambientada en Barcelona porque nací allí. En realidad este género no tiene que ver ni con el crimen que se cuenta ni con la ciudad donde transcurre, está relacionado, sobre todo, con el vínculo entre las personas en un momento de transgresión. Recuperé historias que me contaba mi padre, cuando me llevaba a un bar que se llamaba Boston y me decía "aquí en los años 20 jugaban a la manilla los miembros del sindicato libre y allí en la plaza de la paja se tirotearon..."
-¿Se trara, entonces, de una novela íntima en la que recupera su propia memoria familiar?
-Sí, el autor siempre está implicado en todas sus novelas si son sinceras, y yo creo que las mías lo son. Pero en esta ocasión, además, estoy voluntariamente, con premeditación y alevosía.
-Al indagar en su propia familia, ¿ha cambiado la visión que tenía sobre sus antecesores?
-Siento una gran admiración por la generación anterior a la mía. Como todo joven, le falté al respeto a mi padre y ahora juro que me arrepiento muchísimo. Con "Cabaret Pompeya"me di cuenta de lo ingenuo y desvergonzado que fui.
-Dice que el género no responde ni a un crimen ni a una ciudad, pero sí es cierto que Barcelona ha sido muy inspiradora para la novela policíaca, ¿por qué?
-La respuesta más indemiata que se me ocurre es que es la ciudad de España donde se produjo de forma más evidente la revolución industrial, y la novela policíaca es un producto directo de ella.
-Este año, por primera vez, le otorgaron el premio Hammet a una mujer, Cristina Fallarás... ¿sigue siendo un género con una voz masculina?
-No lo he visto nunca así. Una de mis autoras preferidas es la gran estrella de la novela negra Patricia Highsmith. Y antes de ella, nadie ha desbancado a Agatha Christie. Incluso Margaret Millar, que no es tan conocida, era muy superior a su marido Kenneth MacDonald. Cristina Fallarás, Alicia Giménez Bartlett, Teresa Solana, Ruth Rendell, que fue mi gran descubrimiento con "Un juicio de piedra",... contínuamente el género ha sido alimentado por mujeres.
-Llevar la etiqueta de padre de la novela negra en España, ¿cómo le hace sentir a uno?
-Viejo (risas). Somos muchos los padres de este movimiento que lo hemos mantenido hasta el momento. Entre ellos, Julián Ibáñez, que es el gran olvidado de la novela negra española.
-En su condición de padre, ¿tiene algún consejo para sus hijos?
-No, simplemente que evolucionen. Si yo dejara de escribir novela el género continuaría perfectamente: está en perfecto estado de salud.
-Con lo que usted ha protestado por cómo se trataba a la novela negra en España...
-Ahora estoy viviendo esa extraña vida en la que no me puedo quejar porque mis editoriales y mis lectores me tratan bien. Y mi mujer también. Me encuentro en una época en la que todo el mundo protesta y se indigna y yo no me puedo quejar, algo que resulta horrroroso porque me siento en una contradicción.
-Montalbán dijo aquello de que "contra Franco estábamos mejor", aunque usted ahora mismo no tenga el espíritu de queja ¿quién cree que es el enemigo hoy día?
-Ése que está ganando la guerra, ¿cómo lo podemos llamar? ¿El Dios de los mercados? El neoliberalismo, el capitalismo salvaje y especulativo.
-Con la que está cayendo, ¿cree que los bancos serán los nuevos escenarios donde se pueda desarrollar el género?
-Cuando empecé a escribir novela policíaca era muy difícil hacer un policía bueno y yo me arriesgué. Hoy día sería imposible hacer un banquero bueno...
-Sin demasiado atractivo, pero con mucho peligro, ¿cree que Angela Merkel es la nueva "femme fatale"de nuestra época?
-(Risas) Y tanto. Sí, porque le hacemos demasiado caso. Es la que marca la política de los países mediterráneos, ¡una alemana! ¡¿qué sabrán ellos de nosotros?!
-Usted ha sido un precursor en muchos sentidos. De hecho, en 2001 escribió una novela erótica, "Espera, ponte así", y ahora el género es un boom de ventas...
-Tengo noticias de que está viviendo una época de esplendor, pero no soy un lector de erótico, ni de ciencia ficción, a pesar de que estoy trabajando en una novela erótica.
-Se suma a la moda entonces...
-Pero no estoy seguro de cuándo la acabaré.
-Cuando escribió la anterior, ¿lo hizo por algo en especial?
-Porque me gusta jugar. En general, para mí la escritura es un juego apasionante y, por tanto, el género es algo divertido.
-¿Y en qué terreno se siente más cómodo Andreu Martín?
-En el género policíaco, claro. Pero el hecho de militar en la novela negra no me hace rechazar las demás, porque en este país da la sensación de que cuando uno dice que le gustan los claveles parece que está diciendo que las rosas son una mierda.
-¿Por qué nos gustan tanto los bajos fondos?
-Nos han comido mucho el coco con lo políticamente correcto. Soy partidario de la buena educación, pero nos hemos alejado demasiado de la canallesca. Cuando eres un poquito trangresor conoces tus límites, pero si no lo haces nunca y un día te aventuras eres peor, mucho más peligroso.
-¿Cree que estas novelas funcionan porque se añora el pasado?
-Yo no siento nostalgia de aquella época, ni como dicen muchos, del barrio chino y de las prostitutas. Quizá porque lo he conocido de cerca y sé que todo aquello era miseria.
-Los bajos fondos, el protagonista ambiguo, ¿se ha diluido la frontera entre héroes y villanos?
-Yo escribo la transgresión y hablo del crimen, hablo de los malos tal y como son. Porque, cuando los ves muy de cerca desaparece el romanticismo, y el malo es malo aunque lleve el traje de bueno.