México y los otros
Como es bien sabido, existe una nutrida tradición de escritores y eruditos integrados en la carrera diplomática. Es ésta una profesión que facilita el contacto con muy diversas culturas y mentalidades, propiciando un talante personal y un enfoque temático caracterizados por la tolerancia convivencial, un refinado cosmopolitismo y el acertado testimonialismo civil. Desde el punto de vista literario, una prosa clásica y equilibrada, un perspicaz sentido histórico de la realidad y un buen conocimiento psicológico de la condición humana definen una estética de lograda configuración artística. Basta recordar a Andrea Navagero y su decisivo papel como introductor del Renacimiento en las letras españolas o la excelencia literaria de don Juan Valera y, ya en nuestra contemporaneidad, el chileno Carlos Morla Lynch, que tan bien recreó la cotidianidad de García Lorca, o el español José María de Areilza, hábil cronista de su gestión diplomática, sin olvidar a los emblemáticos Rubén Darío, Miguel Ángel Asturias o Pablo Neruda.
En esta línea y con metodología historiográfica, Roberta Lajous Vargas, actual embajadora de México en España, publica «Las relaciones exteriores de México (1821-2000)», donde analiza con rigor y amenidad la política internacional de su país desde la independencia a la época actual en un recorrido intelectual que responde coherentemente al claro planteamiento inicial de la obra:«Los dos objetivos constantes de la política exterior de México han sido: en primer lugar, afirmar su soberanía y su identidad; en segundo lugar, buscar los recursos económicos y humanos para acelerar su desarrollo, una vez consolidada su forma de gobierno republicana y federal».
El lector español acudirá enseguida a las páginas centradas en los años del Gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, que tanto hizo en favor de los exiliados republicanos tras nuestra Guerra Civil, pero no menor interés registran la etapa de afirmación política del Gobierno de Porfirio Díaz –el «porfiriato»–, la apasionante época de la revolución mexicana o los equilibrios diplomáticos motivados por la Guerra Fría. Una idónea bibliografía crítica, buen pulso narrativo, perspicaces interpretaciones históricas, una inteligente defensa humanista de la mediación entre naciones y un inmejorable estilo literario conforman la esencia de esta excelente obra.