Meyer vuelve a invadirnos
Ante el estreno del filme, reaparece «La huésped», de la autora de «Crepúsculo» por el estreno del filme
Los vampiros y hombres lobo vuelven periódicamente porque la literatura gótica forma parte de las fantasías recurrentes. Los monstruos reaparecen, ora repristinados, ora trastocados, porque los lectores actuales quieren emociones nuevas para relanzar el romance amoroso. ¿Qué toma Stephenie Meyer de la novela de vampiros? Lo que subyace en todas: la atracción fatal del vampiro hacia la mujer que su pulsión vampírica coarta en sus fines libidinosos por la pulsión de muerte. En la saga «Crepúsculo» hay vampiros, buenos y malos pero, sobre todo, un romance imposible. Un amor tan impulsivo, desgarrador y contra natura que hace de esta historia jamás contada entre una adolescente gótica y asocial y un joven vampiro que logra sublimar sus instintos sangrientos un singular romance.
¿Puede haber metáfora más desgarradora del primer amor que una relación romántica imposible entre Bella y Bestia como la que se narra en «Crepúsculo»? Sí, la que plantea su autora en «The Host» («La huésped»). Una quinceañera en un mundo de... alienígenas. De seres buenos extraterrestre, con una concepción del orbe humano estricta y benefactora, pero totalitaria. Almas etéreas que ocupan cuerpos humanos para redimirlos de su condición bestial y así salvar el planeta Tierra.
En realidad, «The Host» comienza donde termina «La invasión de los ladrones de cuerpos», el clásico de la ciencia-ficción de Daniel Mainwaring. La ocupación de cuerpos para lograr un mundo mejor, tan perfecto como el ideal comunista, se encuentra con un problema: la resistencia de una humana cuya alma ocupante acaba seducida por su capacidad de luchar por su libertad.
Contaminación ideológica
La invasión alienígena del filme de Don Siegel tiene dos lecturas políticas complementarias: la paranoia de la contaminación ideológica comunista y el rechazo de las purgas del macartismo. La de «The Host» es el eco-pacifismo más ingenuo. Su objetivo es el conflicto interno en el cuerpo de Me-lanie/Wanderer, una lucha entre el ansia de libertad de la joven enamorada de un rebelde y la fascinación del «alma» ocupante ante ese «cuerpo», que, pese a la invasión, todavía se rebela por salvar a la persona amada y reunirse con ella, aunque sea involucrando al alma invasora en un «ménage-à-trois» mental. El conflicto del deseo quinceañero. Hay que reconocer que Meyer es una narradora torrencial, que seduce con historias sencillas pero efectivas. Posee una capacidad meritoria, la humanidad con la que retrata a sus personajes, y un don para convertir un relato romántico en una experiencia iniciática para sus jóvenes lectores.