Naturalmente, Charlie Parker
Con esta nueva entrega del detective Charlie Parker, creada por el escritor irlandés John Connolly, la saga alcanza el número decimotercero. Atrás quedan los elementos sobrenaturales y la intromisión en el desarrollo de la trama de fantasmas, que ya en «Cuervos», la entrega anterior, intentaba minimizar. Aquí aparece en forma siniestra un pueblo de credo «familista» que engarza con su propensión a mostrar una voracidad malévola enraizada en lo peor del ser humano. De lo que no ha prescindido en «El invierno del lobo» es de la captación psicológica de los personajes, magníficamente descritos y desarrollados mediante una técnica que el autor ha depurado hasta la sencillez literaria: apuntes apenas que caracterizan con mínimas descripciones fisiológicas y dos frases a todos ellos, desde el magnífico retrato del detective hasta el menor de los secundarios.
Aquí, quizá más que en las novelas anteriores, el detective Charlie Parker es ya como un viejo amigo que deambula por las páginas del relato con la serenidad y el aplomo de los grandes personajes de la historia de la novela policiaca contemporánea. Es difícil encontrar otro detective que, marcado por la tragedia familiar, con el paso de los años y la experiencia que va adquiriendo deje de exhibir su drama personal y visiones metafísicas, que si al comienzo de la saga podían ser necesarias para la composición del detective problemático, típico de la posmodernidad, en este momento quedan totalmente superfluas.
También ha disminuido en «El invierno del lobo» el aire cínico del investigador privado en sus novelas anteriores, aunque sí persisten su integridad y moralidad por encima del instinto vengativo que se justificaba debido a su trágico pasado. Ésta es una de las muchas sorpresas que esperan al lector enganchado a Charlie Parker: la naturalidad con la que se comporta. El estilo sobrio y sosegado que ha adquirido y la facilidad con la que circula por esta extraordinaria novela, que con este único adjetivo podría resumirse y evitar hipérboles desgastadas por el uso.
En cuanto a la intriga, de nuevo el magisterio narrativo de John Connolly se muestra en todo su esplendor literario. La trama se va construyendo ante los ojos perplejos del lector como la cosa más natural del mundo, de la misma forma que aparecen viejos personajes tan conocidos como la pareja de asesinos gay que conducen la narración por el camino más difícil, el de la sencillez. Gran literatura sin necesidad de enfatizar el estilo. Acción sin estridencias y la concepción de un mundo propio e intransferible de uno de los mejores novelistas de género negro actuales.