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No somos felices

larazon

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Sus nombres son Lionel, Chantal, Odile, Robert... Pero podrían llamarse como usted o como yo. Los hay que se pelean con su pareja en la cola de un supermercado, otros tienen un hijo que se cree Céline Dion y hay quienes hablan con su padre muerto. Todos están atrapados entre el hastío de vivir, la abulia matrimonial, el pánico a la muerte, el vértigo de la soledad o sus relaciones extramaritales. Veintiuna historias breves que se cruzan, entrelazan e incluso colisionan para ayudarnos a descifrar la comedia humana contemporánea cimentada sobre mezquindades, debilidades o soledades. Yasmina Reza se ocupa de la vida de todos nosotros jalonada por tragedias, surrealismos o miedos; siempre con el estilo cáustico que la caracteriza. Burlón, lindando con lo patético. Capaz de hacer de la situación más trágica un gag de alta comedia. La autora, que está fascinada por la arista ridícula de los hechos y las gentes, se ocupa en estas páginas, con detenimiento microscópico, de la fragilidad de las relaciones. Su sentido del humor bebe de la herencia familiar –hija de madre húngara y padre moscovita de origen iraní– y alcanza aquí una comicidad profundamente «judía», sostenida en frases cortas, despojadas de todo lo innecesario para conseguir el «punch» preciso.
«El proyecto doméstico»
El hilo argumental que atraviesa todo el libro tiene su origen en el recelo de la propia autora hacia el concepto de pareja en tanto que percibe «el proyecto doméstico» como una construcción extraña, endogámica y artificial. Ya el título supone toda una declaración de intenciones no sólo por sumar irónicamente una nueva bienaventuranza a las ocho del «Sermón de la montaña» de San Mateo, sino porque la cita de Borges en francés –«heureux les heureuxes»– significa tanto felicidad como suerte. La mala suerte que se acompaña a esta galería de «pares» al evidenciar que ser feliz es un talento no siempre al alcance de todos, por lo que es imposible ser dichoso en el amor si no hay talento para la dicha. Esa máxima es la llave que abre este libro lleno de personajes inmersos en una búsqueda sentimental, aunque todos consiguen ser infelices sin excepción. Construida como una novela coral, la historia discurre por capítulos titulados con el nombre de un personaje, a fuerza de frases y diálogos encadenados sin saltos de línea donde los protagonistas son tratados con piedad y voluntad profemenina –que no feminista– en un adecuadísimo tono. Reza no hace trampas con ellos. No es simpática, pero antipática tampoco. Nos los muestra, sin más. El lector ve cómo entran y salen de escena para contar el monólogo de su existencia como en una obra de teatro. El resultado es de una ferocidad sin remisión. Porque en uno o muchos de los textos estamos retratados todos nosotros. Pues en esa maraña de escenas cotidianas cabe la cartografía de la condición humana, lo que hace de este libro un texto profundo, conmovedor, cáustico y carnívo. Una exquisita orquídea literaria.