Crítica de libros

No somos tan diferentes de las aves

No somos tan diferentes de las aves
No somos tan diferentes de las aveslarazon

¿Qué pueden enseñarnos las ciencias naturales sobre la naturaleza humana y la vida en sociedad? La pregunta ha sido formulada ya desde que Aristóteles, el primer sabio global de la historia, teorizara sobre un sistema universal para entender todos los saberes, desde la zoología a la metafísica y la política. Observador de aves y experto en geografía y comportamiento, Jared Diamond es un académico muy especial. Tiene una prosa periodística envidiable con la que sabe comunicar y una aproximación interdisciplinaria que propone aplicar los conocimientos sobre el medio, el hábitat y el comportamiento animal al estudio comparado y diacrónico de las sociedades humanas.

Los resultados son sorprendentes y muy atractivos. Y es que a veces hace falta un sabio de lo evidente para desvelarnos lo que la pura lógica natural nos dice a las claras sobre los países, su riqueza, sus riegos, su desarrollo. Ahí reside la pericia de Diamond.

Breve sabiduría

En un libro breve, pero compendiadamente sabio, se explica, en primer lugar, la influencia de la geografía en la riqueza de las naciones. La existencia o no de una salida al mar y el clima tropical o templado hacen pensar en las teorías antiguas de la escuela hipocrática sobre «aires, aguas y lugares» para esclarecer la buena o mala fortuna de un pueblo. En un segundo capítulo se expone la historia y estado de las instituciones de cada país como variable fundamental para su desarrollo económico. El tercer tema tratado es fascinante: una comparación entre China y Europa, tanto física como histórica, que permite comprender cómo el marco geográfico ha condicionado –y condicionará– la expansión y desarrollo de cada uno de estos ámbitos. El hecho de que los ríos chinos estén configurados en una dirección preferente o la mayor fragmentación geográfica de Europa sirven de argumentos interesantes para entender su devenir.

A continuación se habla del comportamiento individual y la tendencia a evitar riesgos en los pueblos más cercanos a la naturaleza mediante lo que el autor llama «paranoia constructiva» en comparación con naciones desarrolladas, mientras que en el siguiente punto se analiza la forma de vivir tradicional como solución de muchos de los problemas de salud endémicos de occidente. El último capítulo, quizá el más sugerente, nos presenta una lista de los problemas más acuciantes del mundo actual, estudiados desde esta peculiar óptica. El autor los agrupa en tres conjuntos de problemas: el cambio climático, la desigualdad entre países (o en su interior) y la gestión de los recursos naturales.

Mucho se puede aprender de lo que la naturaleza, y las sociedades que aún no le hacen oídos sordos a la manera tradicional de relacionarse con ella, nos puede decir sobre estos y otros problemas. En el fondo, no somos tan diferentes de las aves. Sólo la política, el hecho de vivir en una comunidad de esta índole, al decir de Aristóteles, constituiría nuestro hecho diferencial.