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Crítica de libros

¿Para qué nombrar las cosas?

¿Para qué nombrar las cosas?
¿Para qué nombrar las cosas?larazon

Las cosas, si no tuvieran nombre, no existirían, pero la realidad es que existen. Al menos en una realidad verbal que las contiene y les da sentido en un orden que, quizá, por qué no, está ordenado aleatoriamente, y solo se percibe en el delirio del lenguaje mismo, en el disparate, en el diálogo, en la anécdota, en la conversación espontánea, en el equívoco de llamar a una cosa por otra y de seguir creyendo que las cosas, todas las cosas, tienen nombres. Para los personajes de «Los nombres de las cosas», la nueva novela del autor argentino Mariano Peyrou, nombrar es un desafío inefable. Y lo es, para cada uno de ellos, por diferentes motivos. Uno es funcionario de un ministerio, está casado, aunque siente que no sabe nada ni de su esposa ni de su hijo. Otro, director de cine, no distingue muy bien dónde está lo real y dónde lo imaginario. El último es un escritor, un novelista sin pretensiones que únicamente desea ser libre.

Pero todos los jueves, cuando los tres se reúnen en un bar, la realidad se les muestra, si no contradictoria, al menos elástica, difícilmente localizable entre palabras y frases que van conformando el contorno del lenguaje como si fuera el contorno mismo de la vida. Así, a través de breves y cortos capítulos que versan sobre los temas diversos (desde el amor a la gramática, desde la soledad hasta la etimología), los personajes de Peyrou forman parte de una realidad que, en el fondo, no cesan de construir a cada rato. La gracia de esta novela que en ningún momento cae en la aburrida erudición, en cualquier caso, es el tono y la perspectiva que adopta el narrador, una manera de acercarse a la levedad de las cosas sin ilusión ni gravedad, con el único propósito de mirarlas con lúdico placer hasta que, ya sin nombres, resulten extravagantes.