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Piglia, enfermo de ELA, lucha contra la mala fe de su seguro

Más de 3.000 personas han firmado ya una petición para que su compañía médica cumpla con la sentencia judicial que le obliga a costear el tratamiento contra el mal que padece el autor argentino de «Plata quemada»
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Más de 3.000 personas han firmado ya una petición para que su compañía médica cumpla con la sentencia judicial que le obliga a costear el tratamiento contra el mal que padece el autor argentino de «Plata quemada»
El argentino Ricardo Piglia (Adrogué, 1940) lleva años fundiendo su propia vida en materia literaria sin saber que uno de los trances más folletinescos de la misma –kafkiano, diríamos– lo aguardaba en la que, presumiblemente, es la última etapa de su vida. Piglia, efectivamente, se está muriendo. Se supo en la primavera del año pasado, cuando una de sus editoriales argentinas, Ediciones de la Flor, anunció que el escritor padecía ELA, la temida esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad degenerativa que paraliza el cuerpo del afectado, dejando sólo en plena actividad su cerebro.
Sin embargo, el ELA no es el único enemigo contra el que combate Piglia –siendo éste un combate muy desigual, puesto que no existen tratamientos curativos, sólo paliativos–, sino que el escritor se enfrenta a su propio seguro médico, que se niega a costearle el tratamiento para frenar el mal. Piglia, que no puede permitirse los medicamentos, acudió a la Justicia argentina tras la negativa de la compañía privada Medicus. El pasado 9 de noviembre, el juez de lo Civil y Comercial Federal 8, Juan Iván E. Garbarino, falló a favor de las pretensiones del autor de «Plata quemada» o, entre otros, «Los diarios de Emilio Renzi». Sin embargo, hasta la fecha, Medicus no ha ejecutado el pago del tratamiento y hace oídos sordos a las reclamaciones de Piglia.
Ante esta situación, han sido los propios ciudadanos, en especial los argentinos, quienes se han movilizado para ayudar a uno de los grandes genios de las letras hispanoamericanas de este nuevo siglo. Más de 3.000 personas (hasta ayer mismo) han elevado una petición en la plataforma digital change.org para que «la demandada Medicus adopte las medidas pertinentes para otorgar al Sr. Ricardo Emilio Piglia en el término de dos días y por vía que corresponsa, la cobertura del 100% de la medicación e incumos prescritos por el médico tratante». Consideran los suscriptores de esta petición que «colocándose en abierta desobediencia al dictamen del Poder Judicial, la empresa Medicus se resiste a detener la enfermedad de Ricardo». Aunque las esperanzas de revertir el ELA no existen a día de hoy, los firmantes consideran que «el medicamente se ha mostrado muy efectivo en su caso mejorando su estado general y permitiendo que continúe su extraordinaria obra literaria».
- Cobertura total
Muchos de los amantes de su obra, galardonada con numerosos premios internacionales y considerada por la crítica como capital para las letras argentinas, esperan que la enfermedad no corte de raíz una carrera que, en estos últimos años, se ha visto brillantemente engrosada con la trilogía biográfica que ha emprendido. El año pasado se publicó «Los diarios de Emilio Renzi: los años de formación». Para éste y para el siguiente está prevista la salida al mercado de «Los años felices» y «Un día en la vida».
Piglia permanece totalmente retirado de la vida pública, mientras su actividad literaria sigue su proceso al margen de la enfermedad. El pasado mes de septiembre se excusó de asistir a la entrega del Premio Formentor de las Letras concecido a su persona por estar «un poco embromado de salud».

Tony Judt: «Necesitaba aprender a ‘‘hablar’’ mis pensamientos»

El caso de Tony Judt, historiador británico radicado en Estados Unidos, es el último episodio de la lucha de un intelectual contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). A Judt se le diagnosticó la enfermedad en 2008 y ya al año siguiente se encontraba paralizado de cuello para abajo. Su muerte se produjo el 6 de agosto de 2010 en Nueva York, a la edad de 62 años. En 2009 escribió: «Mi enfermedad neuronal no iba a desaparecer y si quería seguir trabajando como historiador, necesitaba aprender a ‘‘hablar’’ mis pensamientos: la ELA no afecta a la mente y en general no es dolorosa, de modo que uno es libre de pensar». Eso sí, la falta de movilidad le impedía que hiciera la pertinente labor de búsqueda, complación y redacción, para lo que contó con la ayuda de su amigo y colega Timothy Snyder. En el caso de Ricardo Piglia, es la mexicana Luisa Fernández, su secretaria, quien le ayuda a poner en orden las más de 300 carpetas en las que compiló su vida y que ha utilizado para transcribir, con ayuda de Luisa, su biografía.