Prejuicios íntimos
Han pasado nueve años y Henry Marshalson y Cato Forbes han vuelto a encontrarse. Henry, que lleva muchos años en Estados Unidos, ha tenido que regresar a Inglaterra porque ha muerto su hermano Sandy, quien le ha dejado como herencia una fortuna considerable. Cato, no: sacerdote en un barrio marginal, está inmerso en un dilema moral; se ha encaprichado de un joven delincuente y la situación le ha llevado a plantearse cuál es su fe y cuáles, también, sus creencias. Como en muchas de sus más de veinte novelas, la escritora dublinesa Iris Murdoch (1919-1979) despliega en «Henry y Cato» una trama en la que lo más importante, quizá, no es el argumento en sí, sino los temas que la historia misma ofrece: un entramado realista y atravesado por cuestiones que tienen que ver con la moral, el sexo, el arte y, sobre todo, la religión.
Así, los dos personajes principales alrededor de los cuales gira esta novela, que fue publicada originalmente en 1976, deberán enfrentarse, cada uno por su lado, con sus más íntimos prejuicios: Henry, con su deseo de no ser un heredero; y Cato, con la obstinación de su terco enamoramiento. El reencuentro de ambos, sin embargo, no hará más que agudizar una crisis existencial que los hundirá en raíces bastante profundas.