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Recuerda, escribe, vive

El artista Joe Brainard abrió nuevos caminos literarios con este texto autobiográfico

Recuerda, escribe, vive
Recuerda, escribe, vivelarazon

Hay escritores que, más que raros, parecen únicos. Escritores destinados a ofrecer al mundo unos pocos libros (a veces uno solo) y abrir así, con una breve pero contundente obra, caminos por los que transitarán otros en el porvenir. Valgan, como ejemplos, Edgar Lee Masters y su «Antología de Spoon River», Marcel Schwob y sus «Vidas imaginarias» y, ahora, «Me acuerdo», de Joe Brainard, un libro extraño y singular que, detrás de su aparente sencillez, esconde una profunda reflexión sobre la identidad y sobre el paso del tiempo. Todo asido, a su vez, por el hilo de los recuerdos.

Admirado por Perec

Publicado originalmente en 1970, en «Me acuerdo» (que fascinó tanto a Goerges Perec que hizo su versión particular de la obra) Joe Brainard reúne, a partir de la frase «me acuerdo», detalles, listados, acontecimientos, hechos varios y variados que tienen que ver con su propia historia y con las circunstancias que rodearon su vida. Recuerdos, al fin y al cabo, a partir de los cuales reconstruye un mapa en cuyo centro se encuentra su voz y su biografía, compuesta por recuerdos tan aleatorios como la memoria de «un trozo de tela rosada muy suave con los bordes en zigzag, para limpiar los lentes» o por haber «creído hacer un gran hallazgo cuando se me ocurrió la idea de poner en los cereales zumo de naranja en lugar de leche», lo cual, señala Brainard con humor, resultó «un asco».

Pintor que adoraba, entre otras cosas, la obra de Andy Warhol, y figura importante de la escena artística de Nueva York de finales de los años 60, Brainard, en estos recuerdos, no hace un «racconto» de su trayectoria como artista ni de los tortuosos caminos por los que tuvo que transitar en su vocación. Lo que hace con ellos, como señala Paul Auster en un esclarecedor prólogo, es bucear en la memoria en busca de un momento tan epifánico como revelador, más allá de que se trate de hechos triviales o de enorme trascendencia.

«Me acuerdo de caricaturas sobre cómo recuperar dinero perdido a través de las rejillas de la calle usando un chicle pegado en la punta de un trozo de hilo», recuerda Brainard en una de las tantas entradas del libro, que funciona, como dice Auster, como un «concierto para múltiples instrumentos» que el autor emplea en su «libre, flotante y cambiante composición». Así, entre esos instrumentos tocados por Brainard, se cuentan la familia, la comida, la ropa, el cine, los sueños, la escuela, la iglesia, el sexo, los objetos, las contemplaciones, las fantasías. Todo aquello que constituye la vida de un ser humano.

«Estoy realmente en las nubes, por estos días, con un texto que estoy escribiendo», le dijo Brainard a la poeta Anne Waldman en 1969. Ese texto era nada menos que este, un libro que, como también señala Brainard, estaba «siendo escrito por causa mía» y que hablaba «de todos los demás como de mí mismo». Eso, dijo Brainard, me gusta. «Siento que soy todos, todo el mundo. Y es un sentimiento bonito. No va a durar».

sobre el autor

Joe Brainard nació en 1942 en Arkansas (EE UU). Artista y escritor asociado a la Escuela de Nueva York, fue autor de collages, dibujos y pinturas. Falleció en 1994

ideal para...

perseguir la trayectoria de una vida a través de sus recuerdos, hecho de experiencias y sensaciones

un defecto

Los textos de la segunda parte, «Autorretratos», son claramente inferiores a los primeros

una virtud

La sinceridad del autor para mostrarse en toda su desnudez, con sus miedos, fobias, deseos y sueños

puntuación10