Literatura

Atenas

Renacentistas que fuimos

Renacentistas que fuimos
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Para comprender el mundo actual es necesario volver la vista atrás, casi siempre a la Antigüedad clásica. Como señaló W. Jaeger, cualquier transformación cultural de nuestra sociedad a lo largo de la historia ha implicado una reinterpretación del mundo clásico, cuando no ha sido directamente causada por ella: un «renacimiento», en suma. Hasta principios del s.XX, el Renacimiento era por excelencia el italiano del s.XV, como se ve en la emblemática obra de J. Burckhardt «Die Kultur der Renaissance in Italien». Pero hubo muchas otras miradas atrás en el tiempo para encontrar referentes. Fue mérito de C.H. Haskins apuntar que el Renacimiento italiano no fue el primero y que en una época tradicionalmente considerada «oscura» se inicia la recuperación del legado clásico, de su ideal de búsqueda de la verdad y la belleza. La Edad Media de Haskins no es nada oscura, sino brillante y creativa, plagada de figuras emblemáticas, poetas, literatos, filólogos y médicos. Una época en la que el fenómeno de la traducción en los extremos de Europa, de Sicilia a Toledo, logra sentar las bases para el reflorecimiento intelectual. Las traducciones de textos científicos y filosóficos del griego y el árabe, la vibrante poesía en latín medieval, la historiografía o la copia de manuscritos griegos y latinos logran desperezar el intelecto europeo y allanan la vía para los renacimientos posteriores. Porque hay muchos renacimientos, antes y después. Nosotros vemos a los clásicos griegos por el prisma de la escolástica y las primeras universidades medievales, de lo que los italianos del siglo XV pensaron de ellos, pero también a través del clasicismo alemán de Winckelmann, Schlegel y compañía. Y, más allá, hay otros renacimientos, como el carolingio, o los varios renacimientos bizantinos de los siglos IX, XII o XIV.

La tradición del legado clásico es un hilo que no cesa y hay quien busca ya en la llamada Segunda Sofística o en la Antigüedad tardía un protorrenacimiento: esto es, una recuperación de nuestras raíces, de Atenas y Roma. Ahora ve la luz este libro en español –estaba inédito en nuestra lengua–, un estudio clásico y apasionante que desveló uno de estos renacimientos, quizá el que ha sido más crucial para nuestra cultura.