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Sube al primer taxi y mata

Sube al primer taxi y mata
Sube al primer taxi y matalarazon

La cosa fue así: en la primavera de 1982, en Buenos Aires, aparecieron, en una zona determinada de la ciudad, los cadáveres de cuatro taxistas que habían sido asesinados según el mismo modus operandi (un disparo en la cabeza desde el asiento de atrás) y sin un motivo evidente: nada había sido robado, salvo las carteras de los taxistas. Los hechos, que tuvieron en jaque a la Policía en aquellos tiempos de finales de la dictadura en un país que acababa de perder hacía pocos meses la Guerra de las Islas Malvinas, fue finalmente resuelto cuando los investigadores dieron con el autor: Ricardo Melogno, un joven de poco más de 20 años que, en un rapto de locura, había sentido una voz interior, una presencia, que le había dicho lo que tenía que hacer: subir al primer taxi que pasara y asesinar al conductor.

«Magnetizado», segunda obra de Carlos Busqued tras la excelente novela «Bajo este sol tremendo» (finalista del Premio Herralde en 2008) reconstruye aquellos crímenes y lo hace de una manera especial, novedosa: a través de una extensa conversación con Melogno, preso desde entonces y a quien el sistema judicial prefiere, más allá de que ha dado muestras de arrepentimiento y señales de buena conducta, seguir manteniendo entre las rejas porque lo considera, aún hoy, un peligro público, potencial, para la sociedad.

Aunque no se trata de una novela, «Magnetizado» atrapa al lector como un imán desde las primeras páginas. No tanto por el morbo que puede producir meterse en el corazón de un asesino, sino porque, mediante las conversaciones con él, Busqued delinea el perfil de un personaje que, más que siniestro, parece por momentos un síntoma incómodo de la sociedad y del sistema penitenciario argentino, que lo condenó a años de encierro en cárceles y psiquiátricos y a copiosas ingestas de drogas legales como el Rivotril o el Halopidol.

Un hombre normal...

Melogno, así, aparece como un hombre normal cuya vida fue, sin embargo, anormal. Alguien que vivió con una madre obsesionada con la religión, que lo maltrataba, que le zurraba sin piedad y que le obligó a tener una juventud errante, solitaria, de la que se refugió pasando horas en el cine viendo la misma película y escuchando esas voces, esas presencias que le decían, como si se tratara de espectros reales, lo que tenía que hacer: asesinar al primer taxista que pasara. La cárcel, las drogas, los abogados, los jueces, los psiquiatras, no obstante, no supieron qué hacer con él y, a falta de un diagnóstico certero (¿personalidad anómala?, ¿psicótico?, ¿esquizofrénico?, ¿parafrenia?), prefirieron dejarlo encerrado.

Sobre el autor

Residente en Buenos Aires,

colaboró en la revista «El ojo con dientes» y ha publicado «Bajo este sol tremendo»

Ideal para...

conocer cómo piensa un asesino y descubrir cómo funcionan los sistemas de castigo

Un defecto

El lector se queda con ganas de saber más

Una virtud

El estilo directo, sin fisuras, del protagonista

Puntuación

9