Ulises, el señor Lobo y la identidad
El protagonista de la primera y exitosa novela de Roger Hobbs se llama «Ghostman» (Fantasma), y tiene como función en el mundo del hampa hacer desaparecer a personas que han cometido un atraco. Es alguien sin identidad, porque tiene la capacidad de adoptar cualquiera; un ser tan anodino que debe pasar desapercibido para realizar un trabajo tan especializado.El personaje está construido siguiendo la estela de Ulises. Su autor, Roger Hobbs, estudió lenguas antiguas y ha querido reflejar su pasión por el griego y el latín en este personaje un tanto atrabiliario: un astuto marrullero que traduce a los clásicos en sus ratos de ocio y hace su trabajo sin dejar rastro.
Lenguaje del hampa
Cuando Polifemo le pregunta a Ulises cuál es su nombre, éste le responde: «Nadie (Oútis) es mi nombre». Lo mismo contesta Ghostman a cuantos le preguntan por su identidad, de la que carece por superabundancia. Tomar la aventura de Nadie como un viaje accidentado hacia ninguna parte es el mayor atractivo de esta original y culta novela con una firme voluntad de estilo: ser un «thriller» negro y realista, que juega con el subgénero de atracos a bancos y casinos. Pero aquí terminan las coincidencias. Hobbs pone el énfasis en el lenguaje del hampa y la construcción de un personaje magistral, Nadie, el fantasma, una sombra que tiene en el Parker de Donald E. Westlake, interpretado en el cine por Lee Marvin en «A quemarropa» (1967), su modelo, redondeado con el Señor Lobo, el genial personaje de Tarantino en «Pulp Fiction» (1994), que limpia la escena de un crimen y se deshace del cuerpo del delito.
La novedad de «Ghostman» es el ritmo de un relato que fantasea con el mundo del hampa cuya verosimilitud anda pareja con su exuberante delirio inventivo. Esa es su magia, hacer creer al lector que ese universo tan estilizado como el tarantiniano es real. Utilizar el truco de la temporalidad para crear suspense, mientras alterna dos relatos paralelos que ralentizan a su vez la acción para que todo fluya de forma tan precisa como un reloj de lujo.Sin duda, es este uno de los debuts de novela criminal de atracos más fascinante de los últimos años. Cuando «Ghostman» triunfe en el cine, nadie se preguntará si detrás de la película hay una novela argumentalmente tan bien armada y escrita con la elegancia y el humor negro de las superlativas «Los timadores» y «Policías y ladrones», de Donald E. Westlake, autor a quien Hobbs venera tanto como merece.