Un psicópata en frío
Resulta evidente que es Sherlock Holmes el referente literario del comisario Harry Hole. A su extravagancia se añaden el individualismo, la misantropía y la adicción al alcohol de los detectives contemporáneos clásicos. En «El muñeco de nieve», Jo NesbØ define así a su protagonista: «Hole era obstinado, arrogante, peleón, inestable y alcohólico». Es pues otro héroe problemático pero sin rozar los enfermiza depresividad de Wallander. Harry Hole es un narcisista en un mundo como el noruego, en el que la presión social de lo políticamente correcto no ve con buenos ojos la rebeldía y el individualismo del responsable del grupo de Delitos Violentos. Al ser el único policía que ha atrapado a un asesino en serie en Noruega, Harry Hole busca el patrón de una serie de extrañas desapariciones de mujeres intuyendo que acabará enfrentándose a su alter ego criminal: «Un narcisista que escenifica una obra consigo mismo como protagonista, representando el papel del invencible, el poderoso, el que termina ganando».
Aquí reside el motor interno de la narración: un psicópata elidido, una amenaza ominosa que sobrevuela el relato, y cuyo reflejo es Harry Hole. Negativo del asesino que lo empuja a pensar como él y a caer en todas sus trampas y pistas equívocas que le conducirán a su detención.
Una policía novata
En realidad, el comisario Hole, además de un investigador pragmático, es un catalizador. Tiene esa propiedad: identificarse con los personajes y descubrir su miedos y deseos a través de los suyos propios. Un mundo literario que Jo Nesbo construye con detenimiento, entrecruzando las tramas y los personajes principales con naturalidad. Los secundarios están esbozados con finura, como un coro difuso que magnifica la figura del comisario, aquí acompañado de una policía novata, contrapunto detectivesco de sí mismo.
«El muñeco de nieve» supera a la «trilogía de Oslo» por su elegancia literaria y su complejidad narrativa. No se pierde en frases brillantes como: «Hagen escupía las palabras como si fueran gambas en mal estado», sino que concentra su narración en el caso y el detective, como en la novela negra anglosajona.
Jo NesbØ es muy superior a la mayoría de los novelistas escandinavos, incluido Mankell y Larsson, el primero más preocupado por la intelectualizada densidad de Wallander, y el segundo, por la artificiosidad de esa Pippi Calzaslarga gótica que es Lisbeth Salander. Jo NesbØ tiene mundo propio, hecho de intriga y dolor. Y ese mundo literario salta en mil pedazos en cada caso criminal.