Una persona que lee vale por dos
En 1936, Edmond Charlot abrió una librería en Argel llamada Nuestras riquezas. Su nombre estaba inspirado en una novela de Jean Giono en la que apremiaba a disfrutar de las verdaderas riquezas que ofrece la tierra, como el sol, los arroyos y también la literatura. «Será una biblioteca, una librería, una editorial, pero será sobre todo un lugar para los amigos que aman la literatura y el Mediterráneo», afirmó en su diario. Kaouther Adimi (1986), autora argelina residente en París, ha destilado el entusiasmo de aquel hombre por los libros y los amigos y lo transmite en una obra breve pero de compleja y magistral elaboración por la variedad de sus registros y sus saltos temporales, del Argel de hoy al de la década de los treinta, el de los cuarenta y sesenta. El libro comienza y termina en 2017 con un joven llamado Ryad que vive en París y ha aceptado el encargo de ir a Argel para vaciar y repintar una vieja librería. Mezclando pasado y presente, realidad y ficción, Adimi ofrece más de lo que se podría esperar de una novela breve. Es también un importante testimonio sobre el colonialismo francés en Argelia y la violencia con la que el gobierno galo reprimió la lucha por la independencia de los argelinos.
Charlot fue librero, editor, bibliotecario y descubridor de talentos y amigo de Camus, Gide y Saint Exupèry, por citar a tres autores que aparecen en el libro. Por su librería pasaron todo tipo de personas y durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió en cuartel general de la Francia Libre. Su inquebrantable lucha para publicar superaba la restricción de papel durante la contienda y llegó a editar un libro con una tirada de veinte mil ejemplares en multicolor, extraña, pero legible, que es lo importante. En el escaparate había un cartel que resume este canto a los libros emocionante y conmovedor: «Un hombre que lee vale por dos».