Viaje interior

La protagonista recuerda que su madre la intentó ahogar cuando ella tenía dos años; que un amante la mantenía en el suelo medio desnuda preparada para cuando él regresara; que su padrino le sacaba las lombrices con una aguja de ganchillo... Así, Lola López Mondéjar, psicóloga, psicoanalista, escritora, nos traza una intensa e irónica biografía de su personaje, Julia, desde los primeros meses hasta cerca de sus treinta años. Durante gran parte de esta novela opta por mantener dos niveles cronológicos paralelos: su infancia y adolescencia, por un lado, y por otro, sus experiencias profesionales y sentimentales ya veinteañera, con una mirada, sarcástica e incluso cruel, sobre sus vivencias en partidos revolucionarios o en los grupos psicoanalistas y sobre los hombres y la capacidad e incapacidad para el amor.

¿Quién es ella? ¿cómo se siente en sus relaciones amorosas y sexuales? ¿cómo avanzar en su poso de recuerdos y vivencias traumáticas? son preguntas que Julia se hace continuamente, y donde las respuestas avanzan y retroceden como las mareas en invierno. En una de sus páginas habla del psicoanálisis como de una arqueología, como de una anastilosis: «Las ruinosas columnas griegas se levantan del suelo de los yacimientos y vuelven a reproducir de manera incompleta fragmentos del edificio original», cuenta Mondéjar. Acaso una parábola de lo que queda de las vidas humanas cuando volvemos la vista atrás.