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Festival de San Sebastián
Linklater homenajea a Godard en Donosti: "Creo en las cartas de amor"
El director de "Boyhood" inaugura las sección Perlas del festival con "Nouvelle Vague"

De Godard se han escrito infinidad de loas literarias, multitud de homenajes narrativos y visuales, inmensos y sesudos análisis explorando su militancia revolucionaria, su etapa iniciática como crítico de Cahiers y hasta su particular vertiente maoísta de la que luego renegó en el documental "Aquí y en otro lugar". Padre del gafapastismo cinéfilo más purista, explorador único de los universos subversivos de la imagen, lúdico relator de historias improvisadas, libérrimo defensor de canales discontinuos, valedor de la modernidad más pura, el mitificado cineasta franco-suizo supo cultivar la encarnación de la vanguardia en su mirada y en su obra el suficiente tiempo como para que todos los que vinieron después quisieran parecerse o en el mejor de los casos, recordarle (tras su fallecimiento hace apenas tres años por suicidio asistido) a través de sus películas.
Uno de esos admiradores en teoría culturalmente ajeno a la idiosincrasia francesa de la corriente encabezada por Godard debido a su condición de americano, Richard Linklater, ha inaugurado durante la primera jornada de San Sebastián la sección Perlas con una grandilocuente y personal carta de amor al autor de "La Chinoise" o "Pierrot le Fou" titulada con el mismo nombre que el movimiento que representó de manera privilegiada: "Nouvelle vague".
El director estadounidense, propenso a la utilización del tiempo como un medidor cinematográfico efectivo de todo lo que nunca vuelve (recordemos que el rodaje de "Boyhood" duró nada menos que doce años: requerimiento esencial para poder retratar con fidelidad la evolución física de su protagonista o que su antológica trilogía de "Antes del amanecer" mantiene a los mismos dos actores principales –Ethan Hawke y Julia Delpy– en todas sus entregas para mantener la coherencia cronológica del desarrollo de su relación amorosa), vuelve a demostrar con este trabajo que entusiasmó a la crítica en la última edición de Cannes, que la única manera de afrontar el rodaje de una película es "haciéndolo sobre cosas que amas, no a las que simplemente tienes cariño. Cuando hago películas siento que quiero estar ahí y pasar tiempo dentro", reconoce Linklater en entrevista con este periódico.
"Cuando hago películas siento que quiero estar ahí y pasar tiempo dentro"
Y a pesar de que no hay ninguna historia de amor entre dos personas explícitamente mostrada en esta cinta que recrea de manera ficcionada el rodaje de la película "Al final de la escapada" y apuesta por un celebratorio entusiasmo festivo para intentar recoger el espíritu de creación del movimiento, hay amor en forma de tributo: "Aquí recojo el amor por el cine. En ese sentido creo en las cartas de amor y esta película ya se puede considerar una de ellas. Al final sólo trato de hacer películas con personajes que me gustan", indica señalando el paralelismo soterrado entre un proceso iniciático sentimental de atracción y curiosidad por el otro y los planteamientos de gestación artística que propone el séptimo arte.
Fetichismo rebajado
Paradójicamente y a pesar de su eterno dibujo del transcurso de la vida que mencionábamos con anterioridad, Linklater se muestra reacio a la nostalgia, entendida desde un punto de vista ideológico como el pretexto autoritario predilecto de los conservadores: "Yo puedo volver a determinadas áreas de mi vida y meterme ahí, igual que me puede gustar volver a áreas de la historia en las que no estaba sin que necesariamente eso signifique que me gustaría vivir ahí. La nostalgia es muy peligrosa. Nunca es bueno querer volver. Es la dirección equivocada. Políticamente y en todo en general. Siempre hay que mirar hacia delante, es mejor así", defiende.
Teniendo en cuenta el misticismo y la reverencia generalizada que existe hacia una figura como la de Godard, ¿le costó en algún momento no incurrir en el fetichismo o dejarse llevar por cualquier manifestación grande de idolatría a la hora de mostrar determinadas partes de él o de su manera de trabajar?: "No, no. De hecho recuerdo que les insistía mucho a los actores –que dan vida a Belmondo y a Jean Seberg– en esta idea de que todavía no eran quienes luego fueron para aligerar la carga de mito. ‘‘No eres Belmondo todavía, todavía no eres nadie, nadie te conoce’’. Y esto mismo lo intenté reflejar con Godard e incluso el equipo técnico. Esto se trata de una persona haciendo una película que probablemente no sea buena. Buen profesional, eso sí, pero no necesariamente un genio. En aquella época era divertido mostrar las versiones jóvenes de todos estos artistas, cómo se creaba, cómo se hacían las fotos. Incluso te puedes llegar a reír de Godard. Leyendo todo lo que leí de él sobre la primera vez que hizo cine, pensaba ‘‘este es como un general sin ejércitos’’. Es vulnerable, ¿no? Todos tenemos que empezar por algún sitio", se despide refiriéndose al maestro e incluso es probable que, también a sí mismo.
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