El Prado celebra a Sorolla retrato a retrato
El museo se apunta al centenario del artista con una muestra de sus fondos que muestra su talento como retratista y donde exhibe su última adquisición: un cuadro del pintor que ha costado 80.000 euros
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Hay un Sorolla de verano y otro de invierno; un Sorolla que en los meses de luz abandonaba las estadías del hogar y salía a aprehender las impresiones del paisaje; y otro, más privado y recogido que se desenvolvía en lumbres más íntimas y domiciliarias. Este último vivía más volcado en el retrato, quizá porque los meses de tonos decembrinos invitan a tomar un contacto más próximo con las personas. Con esta pulsión estacional, Sorolla fue cimentando su tradición retratística, que es lo que el Museo del Prado recoge en una muestra que celebra el centenario del fallecimiento del artista, uno de los más señalados en 2023. Este es un recorrido hecho a partir de los propios fondos de la colección, pero no exenta por ello de novedades. Aparte de la fotografía que abre la exposición, tomada por Antonio García Peris, una imagen que asienta mucho la personalidad rotunda del pintor, aquí encontramos por primera vez el retrato de «Manuel Bartolomé Cossío», miembro del patronato del Prado y la persona que impulsó las salas dedicadas exclusivamente a El Greco. La pintura es una adquisición reciente. La pinacoteca lo compró por una suma de 80.000 euros (los precios del artista en el mercado oscilan entre los 20.000 y el millón y pico) y se enseña por primera vez. Se hace al lado de otra compra también reciente, aunque en esta ocasión rematada por la Institución Libre de Enseñanza: un busto póstumo de Giner de los Ríos, que también se enseña ahora al público y que ha costado 25.000. Los dos óleos fueron negociados de manera conjunta, aunque cada institución pagó sus respectivas sumas.
El Prado, que trató directamente con los biznietos de Cossío, lo ha obtenido gracias a la remesa económica destinada a enriquecer sus fondos. Las dos piezas han sido restauradas por el Prado. En el caso del retrato de Manuel Bartolomé Cossío, la tela presentaba ciertas abrasiones en el centro y la suciedad impedía apreciar algunos detalles que restaban maestría y lucidez a la obra. La suciedad había disimulado tonalidades y colores, y uniformizaba en una sola mancha negra la parte delantera de la chaqueta con la manga. Ahora se pueden reconocer de nuevo algunos detalles, la pintura posee más aire y una mayor frescura que había perdido. El anecdotario de esta obra descansa en una alusión a «El caballero con la mano en el pecho», de El Greco. Una manera, como señala Javier Barón, comisario de la exposición, de remarcar su carácter de «caballero español. Es un retrato ejemplar».
Estas telas, junto a la de Aureliano de Beruete, ilustran cómo Joaquín Sorolla, un hombre que se codeó con la humildad en sus inicios, enseguida supo rodearse por la intelectualidad más progresista de su época, participando de un círculo que marcaría la cultura española del momento. Es lo que sucede con Rafael Altamira, representado por un óleo temprano del artista, que fue discípulo de Francisco Giner de los Ríos y un destacado humanista. El Prado cuenta con 23 trabajos de Sorolla, de los cuales 18 son retratos y 12 se han reunido ahora. Algunos de ellos no se habían visto antes. Es el caso del retrato de Jacinto Felipe Picón o de Ramón Piña y Millet, un trabajo que está depositado en Málaga, pero que, aprovechando la oportunidad que brindaba esta ocasión, se ha restaurado. Estas obras, que se pueden completar con los que el Prado mantiene de Sorolla en otra sala, como el del artista Martín Rico, otra adquisición reciente que se exhibe en sala desde hace tan solo seis meses, permiten observar las amistades que le rodeaban, la vida cultural que frecuentaba y alguna de sus influencias, como la de Velázquez.