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Si lee a J. K. Rowling corre el riesgo de acabar en el infierno

Desde la publicación del primer libro en 1997, la saga de «Harry Potter» ha sido objeto de denuncias, principalmente, por parte de grupos ultra religiosos, quienes advierten que «podrían invocar espíritus malignos»
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Cuidado, porque si se le antoja decir «Avada Kedavra» en voz alta, puede que la persona que tenga delante caiga desplomada y sin vida. Un, si lo permiten, disparate que no es creación propia, sino que fue sujeto de una polémica acaecida hace dos años en las aulas de una escuela católica de Nashville (Estados Unidos). El pastor responsable del colegio decidió prohibir todos los libros de «Harry Potter», de J. K. Rowling, por incluir «maldiciones y hechizos reales», con lo que los niños «podrían invocar espíritus malignos». Un riesgo que, más allá de la victoria del bien sobre el mal o de la amistad incondicional entre Ron, Potter y Hermione, podría afectar a todo alumno que tuviera uno de sus siete libros entre sus manos. «Las maldiciones y hechizos usados en los libros leídos por un ser humano podrían suponer un riesgo real para conjurar espíritus malignos frente a la persona que esté leyendo», repetía el pastor.
Pero esta no fue la única ocasión en la que la trama de estas novelas ha causado polémica, pues otros grupos ultra conservadores y religiosos se llegaron a quejar de la brujería de sus historias, un «simbolismo pagano» que podría ser peligroso. «Los libros de Potter abren una puerta que mandará a incontables millones de niños al infierno», decían. ¿Pero Bellatrix Lestrange ya existió en la Edad Media? Independientemente de ello, lo que sí resulta evidente es el fenómeno mundial y parece que interminable que las obras de J. K. Rowling genera desde la publicación del primer tomo, «La piedra filosofal», en 1997. Además del logro de conseguir que menores, jóvenes y adultos se apasionaran por la lectura, esta serie literaria ha llegado a vender más de 500 millones de ejemplares en todos los ricones del planeta y ha sido traducida a 80 idiomas diferentes.

Entre brujas y cerdos

Más allá del éxito comercial y social, si hay algo que valorar de la saga de Harry Potter es la maestría y originalidad de su trama. Rowling, y dejando de lado las polémicas que recientemente ha suscitado el que haya sido acusada de tránsfoba, regala, hasta la publicación de «Las reliquias de la muerte», en 2007, un inigualable y mágico universo. Desde los misterios de Hogwarts hasta la palabra «muggle», pasando por los Gringotts, el callejón Diagon o los dementores, creados por la autora inspirándose en su propia depresión. «Harry Potter» se ha convertido en una especie de realidad paralela, donde miles de seguidores continúan disfrazándose y desgranando los misterios tras cada hechizo. Desde el «Wingardium leviosa» hasta el mencionado «Avada Kedavra», este último, por cierto, encuadrado entre las Maldiciones Imperdonables, las más siniestras de la saga y las que han protagonizado las principales controversias. Ahora, Rowling vuelve al escenario literario, pero ya lejos de Voldemort y sus Horrocruxes. Así, esta vez cambia las brujas por un mundo de fantasía dedicado a los más jóvenes y basado en el amor hacia sus propios hijos que ha titulado «El cerdito de Navidad».