Un encuentro (artístico) en la Toscana
Ilia Galán presenta un ensayo en el que se adentra en un Grand Tour por la región italiana y, con aromas del siglo XVIII, se entrega al aprendizaje y al disfrute
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Una de las regiones más célebres del planeta por su esplendor artístico y su belleza en poblaciones y paisajes es la Toscana. Son muchas las películas y libros que surgen en torno a Florencia, Lucca, Pisa, Arezzo o Siena, así como entre sus pueblecitos llenos de encanto. Algo hay ahí que atrae a muchedumbres de artistas y escritores. En el siglo XVIII eran los viajeros acomodados de toda Europa quienes hacían el Grand Tour para disfrutar y aprender mientras iban visitando iglesias, palacios o museos. Luego llegaron los turistas. Pero también hay allí afincados numerosos artistas de diferentes países y entre ellos un grupo de españoles: poetas, fotógrafos, músicos, como los que aparecen en el libro editado por Ilia Galán, Artes escritas en Toscana (Sapere Aude), en donde se hallan narraciones o diarios como los de Jesús Urceloy, Nicanor Gómez Villegas o Alain Arias-Mison, poemas como los de Javier Asián o Nerea Sánchez, fotografías como las de Indira Restrepo (célebre por sus retratos de García Márquez o Botero) y Alberico Mattei, entre otros tantos.
Integrándose con artistas italianos en los encuentros que tienen lugar cerca de un mar donde los pinos llegan a la orilla, en playas paradisíacas, se reúnen «siguiendo el rastro de Cervantes, Lope, Moratín, Goethe, Chateaubriand, Lamartine, Keats, los Shelley, Byron, Mendelssohn, Rachmaninov, V. Woolf, Dostoievski o Tolstói...», comenta Ilia Galán, autor de uno de los textos, profesor de Teoría de las Artes en la Universidad Carlos III de Madrid y en la actualidad en la Universidad de Oxford, con libros como Transgótico fulgor, 2015, La cruz dorada, 2017, Teorías del arte para el s. XXI, 2017, Picadura de escorpión, 2018, Más allá de las ruinas (Premio Internacional José Zorrilla, 2019) o Palacios olvidados, castillos solitarios, 2020.
Precisamente es en sus salones del castillo longobardo de Tatti, del siglo XI, con vistas al mar Tirreno y las islas de Elba o Córcega o en su cercana casa de Prata, donde se reúnen como en un paraíso, entre fiestas, excursiones, tertulias, comidas y trabajos literarios o artísticos viviendo las jornadas de primavera o estío como una película, también con algunos directores de cine de varias nacionalidades. «Fernando Merinero quiere filmarnos y hacer ahí un largometraje, así como el realizador italiano Marco Cerbella está también preparando un documental. Trabajamos, pero relajados, con total libertad y, como con el amor, así sale todo mejor, sin presión», explica Galán: «A ello se unen los recitales poéticos que llenan las plazas de los pueblos, con velas, ¡y en tiempos de pandemia!, además de en Perugia, Acquasparta, con la música de otro compositor asiduo en la zona, Josué Bonnín de Góngora, con guitarristas y cantantes italianos, etc. Fotografía, pintura, artes, surgen de modo espontáneo en esos lugares, como la poesía, que brota sola, espontánea, en esos ambientes».
En primavera o en verano, entre conferencias y recitales poéticos o conciertos, suelen reunirse en diversos puntos de la Toscana o en la cercana Umbría, reencontrándose con cenáculos de algunos célebres personajes del mundo del pensamiento y de las artes, entre ellos el pensador Giuseppe Genna, el crítico de arte Gustavo Cuccini, pintores como la suiza Verena da Nève o el italiano Franco Venanti, escritores como el austríaco Karl Lubomirski o el español Juan Manuel de Prada, así como con diversos profesores de universidad.
«Muchos parecen renacer en esas tierras que dieron a luz al Renacimiento», añade Ilia Galán, con sus invitados recorriendo San Giminiano, Volterra o Massa Maritima, entre otros muchos lugares llenos de belleza urbana, museos y una prodigiosa naturaleza. Ahí, asegura: «Leemos, escribimos, pintamos y por las noches las cenas se riegan con abundante vino y una alegría intensa. La filosofía de Platón nacía de los banquetes, entre amigos; también la Eucaristía así se instituyó».
De hecho allí quisiera establecer Ilia Galán una fundación, una especie de República de Artes y Letras, española e internacional, «más que como mecenas, como uno más entre los amigos que ahí se estimulan mutuamente para crear y disfrutar lo mejor que nos ofrece la vida. El próximo verano esperamos nuevos encuentros, colaborando con la Embajada de España, en la cercana Orbetello, junto a Porto Ercole, territorios españoles en otros tiempo», cierra el autor.