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Diez viajes psicodélicos hacia la salud mental

El neuropsicólogo Andy Mitchell consumió diez sustancias en diez contextos diferentes, y concluye en un libro cómo estas drogas pueden relacionarse con la depresión o la terapia
Diez viajes psicodélicos hacia la salud mental
Imagen del "Furthur", el autobús de las drogas psicodélicas que recorrió EE UU en los 60
Concha García

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En los 60, Ken Kesey y los llamados Merry Pranksters recorrieron Estados Unidos a bordo del Furthur, un autobús multicolor, libertario y caótico. Pero no eran sus ruedas las principales promotoras de los viajes de sus pasajeros, sino una sustancia que llevaba al límite la extravagancia del «hippismo» y descubría entre los jóvenes estimuladoras y surrealistas experiencias. Años después de que el químico Albert Hoffmann probase y sintetizase el LSD, una de las drogas alucinógenas más populares del siglo XX, Tom Wolfe dejó constancia de la infinidad de viajes físicos y psicodélicos que vivieron los tripulantes del Furthur a costa de esta droga. En «Ponche de ácido lisérgico» (Anagrama), el autor y periodista reflejó la celebración de la vida y el éxtasis que producían las drogas psicodélicas en los años sesenta. Una liberación y rebeldía, que quedan lejos de cómo se conciben hoy estas sustancias psicodélicas. 
Tras aquel orgiástico y contracultural Verano del Amor, ha sido la ciencia la que, durante años, ha desarrollado y reinventado su concepto, hasta acercarlo a nuestro día a día más de lo que pensamos, fuera de autobuses deambulando entre ambas costas estadounidenses. El escritor y activista Michael Pollan fue quien hizo resonar esta nueva perspectiva a nivel internacional. A través de «Cómo cambiar tu mente» (2018), se convirtió en el defensor de la «nueva ciencia» de la psicodelia, explicando las ventajas de estas drogas con respecto a la salud mental. Cinco años después, el neuropsicólogo y terapeuta Andy Mitchell, especializado en el tratamiento de pacientes con enfermedades cerebrales inusuales, retoma esta conversación que sembró Pollan, pero que define como un conjunto de «preocupaciones relativamente limitadas. Su tono era formal para garantizar un atractivo lo más amplio posible dado el complicado asunto del consumo masivo de drogas». Publicó en 2023, ante ello, «10 viajes. La nueva realidad de las drogas psicodélicas», libro que ahora se traduce al español (Deusto) y que busca «ampliar, actualizar, desordenar un poco» lo planteado por Pollan, pues, añade, «necesitamos saber cómo cambiar de opinión de nuevo».

Ante las horas bajas

Si la curiosidad del lector ante una novela o ensayo suele derivar hacia la documentación previa por parte del autor, la realizada por Mitchell no defrauda. Más bien, la investigación propia funciona como temática e hilo conductor de estas páginas. Para la revista «Esquire», el neuropsicólogo desgranó, poco después de publicarlo, «por qué escribí una guía sobre la nueva era de los psicodélicos», y resume su metodología así: «Mi objetivo era trazar un mapa del recorrido de todo el territorio psicodélico y un cubo de purga para la publicidad exagerada». Explica, por tanto, que para «10 viajes» «tomé 10 sustancias diferentes en 10 contextos diferentes». Ingirió, entre otras drogas, hongos mágicos en el diván de un terapeuta, veneno de sapo vaporizado en algún bosque de Silicon Valley, LSD en la rotonda de una carretera de doble calzada, ayahuasca en el altar de una iglesia psicodélica o DMT en un ensayo de investigación de neuroimagen. Establece en estas páginas una innovadora experiencia reflexiva, a medio camino entre el análisis científico y la crónica, y desarrolla un pensamiento que le lleva a meditar sobre «cómo pensar mejor sobre estas drogas, quizá incluso ‘‘con’’ ellas», escribe.
La depresión, relata Mitchell en la introducción del libro, «mata hoy a más personas que las cardiopatías y el cáncer». Por primera vez en la historia moderna, «el suicidio está reduciendo la esperanza de vida general». Sumémosle los estragos de la pandemia, y que «nuestras poblaciones están envejeciendo, siendo la vejez misma un indicador negativo de bienestar mental». En décadas, apenas se han producido avances farmacológicos en el campo de la psiquiatría, un sector que «atraviesa horas bajas». ¿Cómo salvar este vacío científico a nivel de investigación? «El enemigo mortal de la salud mental en los años sesenta se nos vende ahora como nada menos que el enemigo mortal de la enfermedad mental», apunta Mitchell. Se está desarrollando, por tanto, una nueva era en el tratamiento psiquiátrico, y pasa por esas, durante décadas, criticadas sustancias.
No solo a nivel científico, sino que cada vez son más las empresas emergentes internacionales que compiten con las grandes farmacéuticas tradicionales, para patentar fármacos psicodélicos y protocolos terapéuticos. Solo en los EE UU, explica el terapeuta, «el valor proyectado del mercado de hongos mágicos en 2028 es de 6.400 millones de dólares, lo que lo pone a la par con el de los alimentos para bebés y casi diez veces el de los M&M’s». Estas drogas ya no son marginales, sino comunes. De hecho, Mitchell concluye, tras sus viajes, que «el renacimiento psicodélico ha sido producto en buena parte de la sinergia en las finanzas y la ciencia». Sin embargo, y desde su experiencia, anima a «una mezcla que incorpore las humanidades, que abarque distintos puntos de vista sobre los valores y significados de las experiencias y otorgue un papel central a las culturas de donde proceden».
Meses después tras su odisea con las drogas y después de ciertos días con memoria irregular, el autor aseguraba haber vivido «un equilibro entre las noches más intensamente encantadas de mi vida, de transformaciones asombrosas, de amor abundante; y por el otro, la sensación de experiencias extraordinarias acumulándose una sobre otra hasta el punto en que consumían el significado de cada una». Confesaba que su salud mental y su personalidad son, más o menos, «la misma sopa inconsistente que eran antes», pero sí confirmaba haber notado «cambios sutiles y significativos en su sabor». «Soy más consciente de esa parte de mí que siempre necesita correr hacia lo incorrecto. Tengo nuevos impulsos y deseos. Después de años de amenazar con escribir, ha habido un cambio en mi producción creativa, y este libro es una prueba material», explica. Parte de estas páginas las creó bajo efectos de LSD, y reflejan innovadoras reflexiones y avances que cambian la perspectiva general de aquellas vivencias extravangantes y lisérgicas de los sesenta.

Las proclamas, ¿a favor o en contra?

Andy Mitchell ha podido comprobar en sus carnes cómo las drogas psicodélicas pueden llevar a cierta sanación. Pero, ¿quién puede hablar con autoridad sobre ellos? ¿Quién los conoce realmente? ¿Es la propia experiencia conocimiento? Ante estas cuestiones, el especialista relata que una de las cosas que más le sorprendieron en sus viajes fue cómo las proclamas a favor de estas sustancias parecían ir acompañadas de un intento de higienizarlas, de catalogarlas como seguras, normales. Pero los consumidores no las entendían en esos términos en absoluto.