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Libros
Muñoz Molina celebra a Cervantes: «El poder de la mentira es gigantesco»
El escritor publica «El verano de Cervantes», un ensayo sobre toda una vida como lector de «Don Quijote de la Mancha»

Más que por una obra concreta, Cervantes influyó en la manera de mirar de Antonio Muñoz Molina. «Lo que aprendo leyendo a Cervantes es la curiosidad universal, el sentimiento de que siempre hay que desconfiar mucho de todas las grandes declaraciones», dijo ayer el escritor en la presentación de «El verano de Cervantes» (Seix Barral), su nuevo libro, una obra surgida de sus reflexiones tras toda una vida acompañado por «Don Quijote de la Mancha». Muñoz Molina destacó de la gran novela cervantina que, «cuando se publicó, no se consideraba algo literario, era un libro de risa, no de categoría. Sí lo eran el poema épico narrativo y heroico, el género pastoril o la novela de caballerías», recordó el escritor, que explicó que, cuando Cervantes la publicó, estaba siendo «experimental y muy metaliterario, porque el libro habla constantemente de literatura».
Sin embargo, para Muñoz Molina, una de las grandes virtudes del libro es que recoge todas las formas posibles de narración: «Desde el habla corriente a los refranes, los chistes, y también los poemas o los cuentos». «Cervantes estaba obsesionado con cómo se reciben las historias y cómo puede afectarte para comprender la realidad. Hoy estamos entrenados para distinguir una cosa de la otra, pero la mente humana está muy dotada para dejarse abducir por la ficción. Es fácil engañar al cerebro. Por eso, en la época de Cervantes había gente que enloquecía realmente por la lectura», explicó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, que comparó con el poder del cine cuando «los primeros espectadores se alejaban de la pantalla al ver llegar el tren». «De niños, Teresa de Ávila y su hermano leían libros de caballerías y un día se echaron a andar para llegar a ser mártires de las Cruzadas», relató el escritor. Sin embargo, el paralelismo con el presente es otro: «Ahora el poder de la mentira es gigantesco. Es maligno, destructivo y no sabemos hacia dónde va. Vemos gente pegada a la pantalla y podríamos decir, como el Quijote, que se pasan la noche de claro en claro y los días de turbio en turbio».
Muñoz Molina repasa en el libro la vida de escritores cervantinos como Flaubert y Stendhal, que descubrieron la obra en ediciones infantiles ilustradas. Sobre el influjo de la obra en la literatura inglesa, el autor de «El jinete polaco» dijo que «ha influido en el discurrir de la novela desde su primer impacto». Sin embargo, el impacto de la obra en la literatura española no fue, a su juicio, tan profundo. «Una de las grandes paradojas españolas es que este libro, considerado el gran monumento de nuestra cultura, permanecía completamente ignorado en la literatura española» hasta que, a juicio del académico de la RAE, «llegaron Galdós y Clarín en la segunda mitad del siglo XIX y Martín Santos y Mendoza en el XX». En su opinión, esta circunstancia se debió al «encierro gradual de la sociedad española, obesionada con la pureza de sangre y la Inquisición». «Una sociedad que se va cerrando, se va esterilizando». En ese proceso, «se encierra la literatura, el
lenguaje se vuelve hermético, ya sea por Góngora o por Quevedo. Pierde la capacidad de hablar con claridad».
Cosmopolita y mundano
En cambio, la vida de Cervantes estuvo «marcada por el humanismo» y por una serie de sucesos que le apegan a lo mundano y a lo cosmopolita a la vez. «Su familia fue embargada varias veces y lo perdió todo. El acta de embargo es impresionante, porque ya tenían poco. Y entonces va a la Italia de Caravaggio y Monteverdi, a vivir y casi morir en la batalla de Lepanto, que es algo como el desembarco de Normandía de la época. Vive la exaltación bélica como soldado novato durante cinco años de carrera militar y después pasa otros cinco de cautiverio en Argel, una ciudad enorme y con gente de todas partes», dijo el escritor. A su regreso a España, escribe teatro pero desaparece. «Esa complejidad es una de las razones de su talento y su instinto de burlarse de todo, hasta de lo que más ama, que es la literatura y es una gran lección para todos, para mantener la humanidad y la libertad de espíritu, y a ser posible de expresión». Así, en un mundo rígido como era la sociedad española de la época, «Cervantes se burla del orden y del poder, de jueces y gobernadores». ¿Y qué cita elige Muñoz Molina después de una vida entera leyendo «El Quijote»? Esta, de la segunda parte, capítulo XII: «Caballero soy, y de la profesión que decís; y aunque en mi alma tienen su propio asiento las tristezas, las desgracias y las desventuras, no por eso se ha ausentado della la compasión que tengo de las ajenas desdichas».
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