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Fundación ARCO

Los caramelos envenenados de González-Torres

La feria dará un notable giro en 2020 y apostará por el artista cubano, enmarcado dentro del concepto «It’s Just a Matter of Time».

Los caramelos envenenados de González-Torres
Los caramelos envenenados de González-Torreslarazon

La feria dará un notable giro en 2020 y apostará por el artista cubano, enmarcado dentro del concepto «It’s Just a Matter of Time».

Un tema, un país. Por esta regla de tres, que nunca es regla ni de tres tampoco, el año que viene tocaba concepto, como el pasado 2018 fue el futuro, así, en genérico. Sin embargo, en 2020 (del 26 de febrero al 1 de marzo será), ya con Urroz en el recuerdo y Maribel López al frente de ARCO, habrá concepto «It's Just a Matter of Time» (Es solo cuestión de tiempo), y dentro de éste la interesante y quizá no demasiado bien conocida de Félix González-Torres.

Cuando hablamos con ella en estas páginas López nos anunció una línea continuista, pero también algunos cambios, aunque no radicales. Así, adelanta que trabajará alrededor de un concepto «multifacético», una prueba de sensibilidades «múltiples y complejas. La feria es un lugar desde el que se puede pensar y la propuesta que presentamos quiere incidir en ese aspecto. Es un espejo, un lugar que recoge lo que está pasando en el arte y debe mediar entre galerías, coleccionistas y comisarios», asegura. Los comisarios de «It's Just a Matter of Time» son el artista Alejandro Cesarco y el director del CA2M Centro de Arte Dos de Mayor de la Comunidad de Madrid, Manuel Segade, quienes se han cuestionado sobre la posibilidad de proyectar una lectura sobre el arte contemporáneo «a partir de una figura que renegaba el principio de autoridad».

Será, pues, la ocasión de acercarse a pocos centímetros de la obra de González-Torres. La vida de este artista múltiple tiene tres polos. Cuba, Puerto Rico y la ciudad de Nueva York, que se rindió a su arte y se ocupó de que no faltara obra suya en sus instituciones museísticas más destacadas. Murió demasiado joven a los 39, pero dejó un discurso bien armado, una obra en la que quería que el espectador entrara, participara, tocara y sintiera. Parte de sus obras las dedicó a su pareja, que falleció de sida unos años antes de que él lo hiciera víctima de lo mismo. Ahí esta para corroborarlo «Retrato de Ross en L.A», una obra en apariencia dulce, pues está formada por caramelos de coloristas envoltorios, durísima en su fondo colocados en la esquina de una habitación. El peso de los dulces es de 79 kilos, exactamente lo que pesaba Ross Laycock antes de fallecer en 1991. Los caramelos están colocados para que el espectador se acerque y coja uno, dos. Y así un visitante tras otro, de manera que el público forma la obra y ayuda a disminuir «el peso» del amante del artista, que coloca así al espectador frente a dos realidades contrapuestas: tener y no tener. Los responsables de la sala vuelven a reponer las golosinas. Y Laycock, regresa a la vida. Una y otra vez.

David Zwirner, junto con Barbara Rose, uno de los galeristas «top» es quien lleva al obra de González-Torres. Hace un par de años expuso a los grandes en Nueva York, la misma ciudad que presentaba una de sus obras a subasta como reclamo de la venta de arte de posguerra. Concretamente era la pieza «Sin título» (Last Light), formada por bombillas, tomas de luz de plástico, cable de extensión y un interruptor de intensidad, realizada en 1993 y con una estimación entre 700.000 y 1.000.000 de dólares, en la misma sesión que Helen Frankenthaler, Kusama, Warhol, Diebenkorn, Cecily Brown y Kenneth Nolan.