«Los espejos de Don Quijote»: Shakespeare en cervantes, y viceversa
Autor y director: Alberto Herreros. Intérpretes: José Manuel Seda, Daniel Moreno, Marta Guerras y Pedro Miguel Martínez. Corral Cervantes. Madrid. Hasta el 24 de septiembre.
No podía ser más interesante la iniciativa del actor, director y productor Rodrigo Arribas –una de las cabezas pensantes de la compañía Fundación Siglo de Oro– de poner en marcha en la capital un teatro que pudiera recordar los corrales de comedias de los siglos XVI y XVII. Con una programación que hunde sus raíces en nuestros autores clásicos, yun espíritu popular, desenfadado y casi festivo –como eran antaño aquellos espacios–, ha visto la luz este Corral Cervantes en la madrileña y literaria Cuesta de Moyano. Se trata en realidad de una sencilla pero atractiva carpa que estará en pie durante un mes –con carácter de continuidad en los próximos años– y junto a la cual se han levantado también un mercadillo de artesanía, un carrusel para niños y varios puestos de comida y bebida, tratando así de que toda la calle se convierta en un lugar de encuentro cultural y de ocio. Una de las obras de esa recién inaugurada programación es «Los espejos de Don Quijote», un texto original de Alberto Herreros que cuenta el ficticio encuentro entre Cervantes, en una cárcel de Sevilla donde se encuentra acusado de robar los impuestos que recaudaba para el Rey, y William Shakespeare. Herreros une la fantasía de ese encuentro a los hechos reales de la biografía de Cervantes con el bonito propósito de explorar el universo creativo y psicológico del escritor alcalaíno justo en el momento histórico en que pudo empezar a concebir su gran creación: «El Quijote»; pero lo cierto es que toda la historia está urdida sobre un argumento muy poco verosímil y sobre unos personajes que interactúan bajo premisas bastante forzadas. Tampoco en la dirección de actores está muy fino Herreros, desaprovechando a José Manuel Seda en la piel de un Cervantes inexplicablemente gritón y violento. Difícil lo tienen, por su parte, Daniel Moreno, que da vida a un Shakespeare un tanto infantilizado, y Pedro Miguel Martínez, como el incomprensible carcelero. Solo Marta Guerras logra infundir con mucho mérito cierto peso dramático a su nada fácil Dorotea.
Lo mejor
Que bucea en las posibles motivaciones de Cervantes para crear «El Quijote»
Lo peor
No hay mucha verdad dramática en la relación de los personajes