Los Oscar hablan la lengua del #MeToo
«Tres anuncios en las afueras» parte como favorita en la gala de esta próxima madrugada como reflejo de la ola de «empoderamiento» femenino que, seguro, se dejará sentir en los discursos.
«Tres anuncios en las afueras» parte como favorita en la gala de esta próxima madrugada como reflejo de la ola de «empoderamiento» femenino que, seguro, se dejará sentir en los discursos.
Quien niegue que la 90ª edición de los Oscar no está cocinada a fuego lento por los chefs del #MeToo, miente como un bellaco. Poco importa que los artífices de la ceremonia hayan declarado que no les gustaría que la causa contra los abusos de poder y el acoso sexual que se ha convertido en la comidilla de Hollywood en los últimos meses eclipse el espectáculo televisado, que preferirían que el negro no monopolice la alta costura de la alfombra roja y que los discursos reivindicativos no ocuparan más minutos que las sonrisas y los agradecimientos. Todas las galas que han precedido a los Oscar, con los Globos de Oro a la cabeza, han quemado las naves en lo que a proclamas feministas se refiere, la plataforma Time’s Up lleva 21 millones de dólares recaudados y la Academia ya tomó cartas en el asunto cuando desheredó de privilegios adquiridos a Harvey Weinstein y aceptó encantada la renuncia de Casey Affleck a presentar el Oscar a mejor actriz por estar involucrado en un caso de acoso. Todo ello no importa, decíamos, porque buena parte de las favoritas parecen concebidas bajo el influjo del #MeToo antes de que el #MeToo existiera.
La palabra «empoderamiento», que en los últimos tiempos aparece con frecuencia en artículos que celebran la fuerza huracanada de la mujer para escapar de los lodos del heteropatriarcado, define a la perfección un personaje como el de Frances McDormand en «Tres anuncios en las afueras». Contra viento y marea, y armada con su cinta en el pelo a lo John Rambo y vestida con su mono de trabajo, Mildred pondrá en jaque a las fuerzas vivas de su pueblo para que encuentren al culpable de la violación y asesinato de su hija. Con todos los claroscuros que ensucian su venganza, Mildred levanta la voz y reivindica para sí misma el derecho a hablar y buscar justicia.
El poder de lo invisible
La mudez de la Elisa de «La forma del agua» funciona como transparente metáfora de su posición como ser invisible, aplastado por la feroz misoginia del villano de turno, aunque su resurrección como mujer enamorada de una deidad monstruosa tiene que ver con su poder interior, con su sensibilidad, con su necesidad de vivir una sexualidad que podría parecer bizarra como si fuera lo más natural del mundo. Incluso Meryl Streep, la que fue dama de hierro para la aldea global, tiene que hacerse un hueco en el testosterónico universo masculino del periodismo de la vieja escuela siendo como es, en «Los archivos del Pentágono», la editora del «The Washington Post» que deja de ser anfitriona de una fiesta perpetua para estallar en un contundente «ordeno y mando».
En «El hilo invisible» Paul Thomas Anderson se atreve a reinventar la ingenuidad acongojada de la Joan Fontaine de «Rebeca» y «Sospecha» en el personaje que interpreta la espléndida Vicky Krieps, capaz de aguantarle la mirada al peligroso sociópata de quien se enamora y demostrarle que la dependencia en la vulnerabilidad mutua es el verdadero combustible de la pasión.
En su tránsito de la adolescencia a la edad adulta, «Lady Bird» pierde su seudónimo y gana su identidad, que nunca resulta complaciente para con los chicos que la seducen. Todas estas películas elaboran un discurso de género que, en algunos casos, desplaza al feminismo clásico fuera de su zona de confort para restituirlo en la de los afectos. No solo es una cuestión de igualdad sino, de forma más directa o más oblicua, de que las mujeres ganen visibilidad después de tomar las riendas.
Frente a esta batería de damas aguerridas, «Call Me by Your Name» tenía que sacar toda la artillería pesada a pasear. ¿Cómo vencer al «tsunami» #MeToo para que los viejos académicos, siempre tan refractarios a la celebración del amor homosexual, la tengan en cuenta en sus oraciones? A la película de Luca Guadagnino le puede ocurrir lo que a «Brokeback Mountain», por eso los jefes de marketing se han puesto manos a la obra. Durante la campaña de los Oscar, no ha sido extraño escuchar a su director y a sus protagonistas resaltar que, después de todo, el filme sublima un primer amor, que la identidad sexual es lo de menos. El casto pudor con que están rodadas las escenas de sexo –que ha provocado las protestas del guionista James Ivory, quien a su provecta edad (89 años) le parece de lo más extraño que no aparezcan desnudos integrales y que en el filme no haya más fluidos que el de un melocotón mancillado– puede jugar a su favor. Por si las moscas, tanto Timothée Chalamet como Armie Hammer han apoyado la causa #MeToo. El primero donando el sueldo que cobró por participar en la última película de Woody Allen porque, lo sabemos, Woody Allen es el diablo.
Los jóvenes llaman a la puerta
Tal vez, hace un par o tres de años, títulos como el de Guadagnino, «Lady Bird» o, sobre todo, «Déjame salir» nunca hubieran pasado la criba final. Se está produciendo una significativa renovación generacional entre los miembros de la Academia que ha hecho posible, por ejemplo, que una (excelente) película de terror como la de Jordan Peele, portavoz de un agresivo mensaje político que pone en la picota la xenofobia de la sociedad americana y la hipocresía de sus sectores más progresistas, se haya hecho un hueco entre las nueve candidatas a la mejor del año. Peele y Greta Gerwig pueden darse con un canto en los dientes por haber llegado tan lejos: no es en absoluto habitual que dos óperas primas, por muy estimulantes que sean, se codeen con títulos dirigidos por cineastas tan consagrados como Steven Spielberg o Paul Thomas Anderson. Tienen pocas posibilidades de ganar, porque, aseguran «insiders» de la industria, la vieja guardia de la Academia ni siquiera las consideran opciones votables.
Precisamente es esa vieja guardia la responsable de que películas como «Dunkerque» o «El instante más oscuro» hayan desbancado a títulos como «The Florida Project» en la terna final. Son las películas del Brexit, ajenas a toda polémica feminista, como para demostrar que la América de Trump se identifica con esa celebración de la insularidad británica, con esta nueva oleada de patriotismo nacionalista que se filtra con fuerza en el notable «tour de force» de Nolan y, sobre todo, en la insípida reconstrucción histórica de Joe Wright. Aquí el «empoderamiento» es el de un país que ha de mirar al pasado –ese gesto tan inglés: es, después de todo, lo que hizo Margaret Thatcher con el «heritage drama» de los ochenta– para reivindicarse a sí mismo en el presente. Gary Oldman podría llevarse el Oscar al mejor actor por su vistosa interpretación de Winston Churchill, si nadie decide acordarse de que, en 2001, su mujer de por aquel entonces, Donya Fiorentino, lo denunció por violencia doméstica. Difícil escaparse del #MeToo, pero, ¿quién sabe? Teniendo en cuenta que Faye Dunaway y Warren Beatty volverán a abrir el sobre que oculta la ganadora a la mejor película, podría ganar, por ejemplo, «Wonder Woman».
La ceremonia que organiza la Academia de Hollywood comenzará a las 17.00 hora local (01.00 GMT del lunes) y contará de nuevo con el humorista Jimmy Kimmel como presentador.
Mejor película
Por detrás de "La forma del agua" aparecen como aspirantes destacadas "Dunkerque" y "Tres anuncios en las afueras", con ocho y siete candidaturas, respectivamente.
El Óscar a la mejor película se decidirá entre "La forma del agua", "Tres anuncios en las afueras", "Lady Bird", "Déjame salir", "Los archivos del Pentágono", "Llámame por tu nombre", "Dunkerque", "El hilo invisible"y "El instante más oscuro"
Mejor director
Guillermo del Toro parte con ventaja para llevarse el premio al mejor director en una categoría en la que tiene como contrincantes a Christopher Nolan ("Dunkerque"), Jordan Peele ("Déjame salir"), Greta Gerwig ("Lady Bird") y Paul Thomas Anderson ("El hilo invisible").
También nominado como productor a mejor película y al mejor guión original, Del Toro podría convertirse en el tercer realizador mexicano que vence en los Óscar en el último lustro, tras los triunfos de Alfonso Cuarón ("Gravity", 2014) y Alejandro González Iñárritu ("Birdman", 2015, y "El renacido", 2016).
Mejor actriz
Frances McDormand ("Tres anuncios en las afueras") sobresale en la carrera por el Óscar a la mejor actriz, un apartado en el que tendrá que derrotar a Saoirse Ronan ("Lady Bird"), Meryl Streep ("Los archivos del Pentágono"), Margot Robbie ("Yo, Tonya") y Sally Hawkins ("La forma del agua").
Mejor actor
Por su parte, Gary Oldman ("El instante más oscuro") es el rival a batir por el premio al mejor actor, donde también figuran Timothée Chalamet ("Llámame por tu nombre"), Daniel Day-Lewis ("El hilo invisible"), Daniel Kaluuya ("Déjame salir") y Denzel Washington ("Roman J. Israel, Esq.").
Allison Janney, por "Yo, Tonya", y Sam Rockwell, por "Tres anuncios en las afueras", se postulan asimismo para ser los ganadores en las categorías de intérpretes de reparto.
Además de "La forma del agua", los Óscar de este año tendrán mucho sabor mexicano gracias a "Coco", la película de Disney inspirada en el Día de Muertos que es la favorita para el Óscar a la mejor cinta de animación y que también opta a la estatuilla a la mejor canción por "Remember Me".
Chile podría hacer historia si lograra su primer Óscar en el apartado de la mejor película de habla no inglesa gracias a "Una mujer fantástica", dirigida por Sebastián Lelio y con Daniela Vega como protagonista.
La ración de protagonismo latino la completa el realizador brasileño Carlos Saldanha, cuya película "Ferdinand"está nominada al premio a la mejor cinta de animación.
La 90 edición de los Óscar llega marcada por los numerosos escándalos sexuales desvelados en Hollywood en los últimos meses, por lo que se espera una velada con reivindicaciones feministas y muestras de apoyo a las víctimas al hilo de movimientos como "Me Too"(Yo también) y "Time's Up"(Se acabó el tiempo).