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Los secretos ocultos en cajas de Leni Riefensthal

Películas, fotografías, álbumes y cartas de la que fuera directora favorita de Hitler ocultas durante años salen ahora a la luz no sin polémica. Es el legado íntimo de la cineasta.

Leni Riefensthal se convirtió en la directora de cabecera del Führer, para quien rodó filmes sobre la apoteosis del nazismo, como el emblemático «EL triunfo de la libertad».
Leni Riefensthal se convirtió en la directora de cabecera del Führer, para quien rodó filmes sobre la apoteosis del nazismo, como el emblemático «EL triunfo de la libertad».larazon

Películas, fotografías, álbumes y cartas de la que fuera directora favorita de Hitler ocultas durante años salen ahora a la luz no sin polémica. Es el legado íntimo de la cineasta.

Es ya una de las herencias más famosas de la historia del cine y de la fotografía. El contenido de las 700 cajas de cartón repletas de objetos personales de la cineasta alemana Leni Riefenstahl podría dejar anticuadas sus biografías. Cientos de documentos entre los que hay fotos, manuscritos, cartas y películas que han sido transportados desde su villa de 500 metros cuadrados en el pueblo bávaro de Pöcking hasta Berlín, ya que en diciembre se dió a conocer la noticia de que serían donado a la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano. En muchos casos se trata de objetos que tan solo las personas más cercanas a Riefenstahl habrían visto hasta ahora y que su secretaria Gisela Jahn como única heredera ha dejado en herencia, que lo recibió del marido de ésta, el camarógrafo Horst Kettner, fallecido en 2016. Según Jahn, Riefenstahl se habría alegrado de la decisión de donar su legado a Berlín.

«La señora Riefenstahl ha guardado todo en relación a su vida», explicaba el director de la colección fotográfica del Museo para la Fotografía de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, Ludger Derenthal, a la prensa y añadía que «aún no puedo decirles si después de valorar todo el material se podrá ofrecer una nueva valoración a la carrera de Leni Riefenstahl». Según los expertos llevará años ordenar todo el material y catalogarlo. Más de una semana han tardado los trabajadores de la fundación tan solo en extraer la ingente documentación de la residencia. Riefenstahl había guardado hasta trajes que llevó en ocasiones especiales.

Con el objeto de valorar el contenido se ha formado un grupo interdisciplinar de expertos cuyo número exacto así como presupuesto no han sido dados a conocer. «Ella es una gran figura de la historia del cine y la fotografía y cada céntimo que invirtamos en el estudio de su figura valdrá la pena», aseguraba el directo artístico de la Cinemateca Alemana, que también participa en el proyecto.

La envidia de Dietrich

Entre los documentos, que abarcan un periodo desde los años 20 hasta su fallecimiento, hay numerosa correspondencia, aunque ya se ha avisado que no se ha encontrado ninguna carta escrita por Hitler. Derentahl asegura que «como la conocemos (a Riefenstahl), si hubiera recibido una carta (de Hitler) no la habría tirado». Ya se ha dado a conocer una sorpresa: una misiva manuscrita del año 2000 en la que el fotógrafo Helmut Newton escribe: «Te ves seductoramente glamurosa... La pobre Marlene se pondría verde de envidia». La carta no alude solamente a la legendaria rivalidad entre Dietrich y Riefenstahl, símbolo de la resistencia contra el nazismo por un lado, y de la asimilación, condescendencia y borreguismo por el otro, sino, sobre todo, a su amistad con Newton, del cual se da la circunstancia de que era judío y tuvo que huir de la Alemania nazi. En el mismo museo en el que se expondrá la herencia de Riefenstahl hay una buena muestra dedicada a Newton.

También hay correspondencia con el ya fallecido redactor jefe de la revista «Stern», Henri Nannen, famoso por haber publicado unos diarios del Führer que resultaron ser falsos. Otras personalidades con las que se habría carteado serían el ex-presidente del partido socio de la canciller Merkel, la Unión Social Cristiana (CSU) y de Baviera Edmund Stoiber, así como la actriz americana Sharon Stone.

El pasado mes de febrero el presidente de la fundación Hermann Parzinger anunciaba el reto que se presenta ante tal herencia para el museo: «La fundación no solo ha recibido una obra estética extraordinaria con esta herencia, sino también una responsabilidad especial para ocuparse de forma crítica de esta personalidad discutida de la historia reciente». Para Parzinger será, por tanto, fundamental situar donde debe estar el papel que Riefenstahl jugó como propagandista del régimen de terror nazi. Incluso el diario conservador «Die Welt» alerta en un comentario sobre el regalo que ha recibido Berlín del peligro de relativizar el nazismo a través de una figura como Riefenstahl, cuya trayectoria fue mutando en tiempo. «El objetivo del populismo de derechas es lavar la historia, reescribirla, reinterpretarla a largo término», escribe Hanns-Georg Rodek en dicho diario.

La fascinación por el trabajo artístico de Helene Bertha Amalie, «Leni», Riefenstahl ha estado desde hace décadas ligada a la discusión de si sus obras se pueden desligar del contexto y fin con el que fueron creadas. La perfección de sus imágenes grabadas y su estilo grandilocuente la hicieron pronto pasar a ser la cineasta favorita de Hitler, a pesar de que ella trató de quitarle importancia después de la muerte del dictador.

Sus filmes más famosos, «El triunfo de la voluntad», que documenta el congreso del partido de Hitler, el NSDAP en 1934, así como «Olympia», rodada durante las Olimpiadas celebradas en Berlín en 1936 (y que se mostró por primera vez con motivo del cumpleaños del dictador) son películas con una indudable calidad artística, aunque el poso político-ideológico esté presente. Los discursos tanto de Hitler como del resto de los jerarcas del Tercer Reich giran sobre una idea que repiten sin cesar. En cuanto a Olimpia, la caracterítisca principal de la película es el culto al cuerpo perfecto, una forma de mostrar con imágenes la idea nazi de la superioridad de la raza aria y del «superhombre».

El estigma nazi

En una entrevista con la televisión pública en 1993 Riefenstahl afirmaba que Hitler en realidad no estaba interesado en los juegos olímpicos y que su jefe de propaganda Joseph Goebbels (con quien ella mantuvo una más que tirante relación) quería que ella rodara vídeos para las noticias que se mostraban en el cine y no una película que pudiera tardar meses en ver la luz. Por supuesto, como tantos otros colaboradores y responsables de la barbarie nazi, disfrutó de una vida sin problemas, al principio, pero en la que hubo altibajos y el estigma nazi siempre la acompañó. Aseguró en vida no haber pertenecido nunca al partido de Hitler, el NSDAP, y que la única organización de la que fue miembro había sido Greenpeace. En las memorias que publicó al final de sus días aseguró que se quedó «totalmente aterrada» cuando supo la verdad del Holocausto, en un intento quizá desesperado y último de lavar su deteriorada imagen.

Riefenstahl grabó en 1940 la ópera «Tiefland», en la que ejerció de directora y de actriz. Las especulaciones sobre el reclutamiento forzoso de un centenar de romaníes para la película todavía sigue siendo un misterio sin resolver. Tal vez, como asegura «Die Welt», se descubra la verdad en esta herencia en forma de setecientas cajas.

Durante los años sesenta realizó documentales sobre el pueblo Nuba en Sudán y también filmó corales bajo el agua en el trópico, después de obtener una licencia de buceo con 70 años. En el 2003 murió a la edad de 101 anos. Un ano antes, se realizó una retrospectiva de su carrera en Bonn. El periodista Andreas Hahn escribía en un obituario con acierto: «Seguramente le daba igual si fotografiaba un tanque, un lanzador de jabalina, una estrella de mar o una cruz gamada, pues todo para ella eran naturalezas muertas. Lo más importante es que la luz fuera la correcta. No hay nada de fascinante (en esta estupidez)».