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Filosofía y socialismo

Manuel Cruz: "Lo que hace fuerte a un partido es que pueda acoger discrepancias internas"

El catedrático y senador por el PSC trata sobre el eclipse de las ilusiones en el mundo actual en su ensayo «Resabiados y resentidos» (Galaxia Gutenberg)

El filósofo y político barcelonés Manuel Cruz
El filósofo y político barcelonés Manuel CruzEva Parey

Si en 2022, el filósofo y senador por el PSC Manuel Cruz(Barcelona, 1951) publicó un ensayo sobre el eclipse de la razón en la actualidad, «El gran apagón» (Galaxia Gutenberg), hoy hace lo propio con el eclipse de las ilusiones en «Resabiados y resentidos» (ídem). Escribe el autor en este libro sobre el cuestionamiento o fracaso presente de las grandes visiones del mundo –socialismo y liberalismo–: «Ahora tendemos a representarnos nuestra situación en términos de derrota. De ahí los adjetivos que más nos definen y en los que más nos reconocemos: resabiados en el terreno de las ideas y resentidos en el de la práctica, especialmente política», sostiene Cruz.

Gregorio Marañón, en su «Tiberio», hablo del resentimiento como «una pasión que tiene mucho de impersonal y de social». ¿Recurre al mismo por su cualidad colectiva?

En parte sí, porque yo creo que las dos determinaciones de las que habla el título, el resabio y el resentimiento, las entiendo y las traigo al debate porque son estados de ánimo colectivos. El resentimiento de alguna forma flota en el ambiente.

Habla de la llamada efímera nueva política y de su fracaso. Hace una década los jóvenes fuimos a votarles con ilusión.

En la década pasada surgieron unas propuestas que, aunque se presentan como nuevas y regeneracionistas, responden a una lógica vieja: por un lado, personalistas, y, por otro lado, de la sociedad del espectáculo. Se habla mucho de «nuevos rostros»: es una lógica del espectáculo y de consumo, que es efímera. Lo que ha demostrado su fracaso es que nuestra sociedad no necesita una regeneración de caras, sino una legal e institucional.

Sostiene que la izquierda es la que más pierde con este descrédito de la política. ¿Entonces a la derecha le conviene?

Habría que distinguir entre la derecha institucional o política y la derecha social o económica. Yo creo que hay amplios sectores conservadores, como el económico, que este descrédito político no les perjudica en absoluto. En la política institucional obviamente esto perjudica a todos los representates. También hay que decir que, de la misma forma que suele hablarse de la presunta supremacía moral de la izquierda, el votante de izquierdas es mucho más exigente en lo moral con su representantes.

¿Cuánto hay de resentimiento en el movimiento «woke»? ¿Puede perder aún más crédito la izquierda si sigue ligada a este?

En la izquierda coexisten dos sectores: el «woke» o el de los partidarios de la cultura de la cancelación, y un sector más ilustrado y universalista, a los que no le afectan estos planteamientos. Creo que los partidarios de lo «woke» reaccionan ante situaciones que consideran profundamente injustas, pero su gestión no es la más adecuada, sus planteamientos son antiintuitivos, y han servido para alimentar a la derecha: los casos más claros son los de Trump o de Milei, que están todo el tiempo hablando de ello.

«Un modelo de sociedad al que se aspira cumple la función de trazar unos supuestos límites al cambio de opinión para no caer en el relativismo absoluto», escribe en el prólogo. Entiendo que es un pildorazo a Sánchez.

Creo que lo que hace fuerte a un partido es que pueda acoger en su interior discrepancias, y las discrepancias que yo pueda haber expresado en mis textos puedo decir que jamás he recibido ninguna reconvención. Puedo expresar puntos de vista que no coinciden completamente con la dirección del partido y no soy tratado en ningún momento como un disidente.

Denuncia a quienes desdeñan la posibilidad de ir a elecciones alegando para ello que puede ganar el adversario.

Eso, efectivamente, ha ocurrido después de que lo escribiera. Yo no me puedo hacer cargo de una afirmación mía hecha en un determinado contexto y que luego la realidad se ha encargado de verificarla.

Es bastante crítico con el nacionalismo.

Habla de «los narcisismos de las pequeñas diferencias» frente a «lo global», y dice que los nacionalistas son «expertos en crear nuevos problemas». Su partido, el PSC, ha tomado una clara deriva nacionalista, ¿se siente incómodo?

Me parece que un asunto que hay que pensar bien es la relación entre poderes. Para mí la separación de poderes y la autonomía de la política es algo que se tiene que respetar. Si me preguntas por la valoración del hecho del que el president se reúna con un expresident, te diría que desde el punto de vista estético no fue una fotografía que me agradara especialmente.

Termina diciendo que «Vamos a tener que aprender a vivir juntos de nuevo». ¿Es optimista al respecto?

Me parece que la disyuntiva optimismo/pesimismo es falsa, porque en el fondo son actitudes simétricas, y creo que ninguna de las dos posiciones es satisfactoria; creo que lo único que tiene sentido es la incertidumbre: que significa que la partida está abierta y no hay nada predeterminado. El mundo actual podría derivar hacia el apocalipsis o el suicidio de la especie –porque ya hay medios técnicos para ello–, pero también podría ir en otra dirección: también disponemos de medios para acabar con algunos males que han azotado históricamente a la humanidad. Y el rumbo que tomemos depende de la acción humana.