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Marcos Cabotá: “ETA atentó hace diez años y yo no lo olvido”

El cineasta estrena hoy «La jaula», una película inspirada en la explosión de un coche de la Guardia Civil en Mallorca a manos de la banda terrorista en la que nadie es quien aparenta ser.

Marcos Cabotá / Foto: Pere Joan Oliver
Marcos Cabotá / Foto: Pere Joan Oliverlarazon

El cineasta estrena hoy «La jaula», una película inspirada en la explosión de un coche de la Guardia Civil en Mallorca a manos de la banda terrorista en la que nadie es quien aparenta ser.

El 30 de julio de 2009 dos agentes de la Guardia Civil de la isla de Mallorca se convirtieron en las últimas vidas que se cobró ETA en territorio español después de más de cincuenta años de asesinatos. El director mallorquín Marcos Cabotá rescata ahora este día para construir las bases de su quinto largometraje. «La jaula» es una película de ficción inspirada en las consecuencias que tan inesperado suceso tuvo en la vida de los isleños y el último trabajo de alguien que ha estado dos veces nominado al Goya y sigue creyendo en las personas por encima de las ideas. Hablamos con el cineasta para saber más sobre esta historia que consternó a la comunidad balear y para intentar descifrar los códigos irracionales que nos empujan a actuar fuera de nuestra propia jaula.

–¿Qué sintió el 30 de julio de 2009?

–Como mallorquín y español entiendo la existencia de ETA como algo que siempre ha estado ahí. Era algo que sucedía en lugares como Madrid, Barcelona o el propio País Vasco, pero nosotros vivíamos en Mallorca, donde no esas cosas no pasaban. El día en que sucede esto nos quedamos atónitos y con un miedo en el cuerpo importante porque habían superado la frontera. No solamente llegaron, sino que además tuvieron las narices de atentar aquí. Sabíamos que había habido un intento previo de asesinar al Rey pero no se habían atrevido. Yo me sentí desprotegido y por primera vez viví en mis carnes lo que mucha gente había sentido con anterioridad: que ETA había atentado en su propia ciudad.

–¿Esta película es un homenaje a las víctimas o el fruto de una necesidad personal?

–Antes de rodar la película entregué el guión a los familiares para que lo revisaran porque necesitaba su aprobación para poder hacerlo con tranquilidad y así fue. También me apetecía mucho hablar sobre esa otra Mallorca que de vez en cuando se airea, en la que nos suceden cosas diferentes y la que consigue hacernos cambiar sobre la idea de dónde viene el viento.

–¿Diría que la ficción balear está en uno de sus mejores momentos?

–Estamos en un momento dulce. Ya no solo los directores, sino las productoras estamos aprendiendo a perder los complejos. A veces Hollywood nos parecía un lugar muy lejano y ahora ya no lo es. Que un director de nuestro país estrene allí o que un actor participe en una película con productora americana ya no es algo raro. Poco a poco estamos siendo respetados fuera de aquí.

– ¿Somos una sociedad confiada o cada vez tendemos a mirar con más recelo al de al lado?

–Hubo 400 llamadas de 400 personas de vecinos de Palma que decían haber visto a los terroristas, de las cuales solo una resultó ser verdad. Cuando hay una nota que se sale de las demás tendemos a mirarlas con recelo rozando muchas veces el racismo o la homofobia. Somos una sociedad en la que el diferente la paga, al menos con la mirada. No por ser vasco eres terrorista, no por ser gitano eres un ladrón. Por desgracia vivimos en una sociedad en la que todavía queda demasiado que aprender.

–¿Considera el tema de ETA como un conflicto actualmente olvidado?

–Es complicada la pregunta. ETA es algo difícil de olvidar. El último atentado con víctimas mortales en territorio español fue en Mallorca hace diez años y yo no lo olvido. Y creo que los vecinos de la isla tampoco.

En la reflexión final de la cinta alude a la existencia de dos tipos de pájaros para ejemplificar la personalidad de los terroristas...

Hay personas a las que les gusta hacerse notar. Pero hay otras que no, que prefieren pasar desapercibidas. Todos estamos en una especie de jaula mental pero es importante intentar averiguar quienes somos y qué queremos de la vida. Un terrorista de ETA probablemente fuera uno de esos pájaros que no se hacían notar. Ahí radicó el desgraciado éxito de la banda terrorista, en la discreción y en su capacidad de mimetizarse con el ambiente y las personas. Fueron capaces de aprender a estar entre nosotros durante muchos años sin que fuéramos conscientes de que podía tratarse de nuestro vecino.

¿Las ideas justifican la violencia?

–Nunca. Desde mi punto de vista, si tienes la razón, en el momento en el que utilizas la violencia la acabas de perder. En todos los aspectos de la vida. Me da exactamente igual que tengas la razón, la violencia no me vale.