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Mariano Peyrou: «Lo auténtico ya no existe, todo es pose»

Acaba de publicar su primera novela: «De los otros» (Sexto Piso). «La única forma de saber quiénes somos es a través de los demás», afirma
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Acaba de publicar su primera novela: «De los otros» (Sexto Piso). «La única forma de saber quiénes somos es a través de los demás», afirma.
Ha escrito una novela arriesgada y experimental, pero nada alejada de la realidad. Enemigo de las señas de identidad, Mariano Peyrou asegura que la única forma de saber quiénes somos es a través de los demás. Quizá el protagonista de «De los otros» sea el propio lenguaje. Y es que el personaje principal dialoga consigo mismo. Algunos párrafos presentan un estilo anárquico desde un punto de vista morfosintáctico. ¿Escritor o filósofo? Sentarse frente a Peyrou puede llegar a desconcertar.
–Tras publicar varios poemarios, ésta es su primera novela.
–Trata de un compositor de unos 40 años que se va a pasar un fin de semana a una finca de Extremadura de una amiga suya. Se cuenta su vida a través de recuerdos de sus monólogos interiores. Las cosas no le van mal, pero sufre una crisis de identidad y un cierto desengaño en el plano de su vocación musical. Su inconformismo se debe a su ambición, aunque no en término de ventas. Es bueno, muy bueno, aunque no es Beethoven. Y eso le frustra. Todo ocurre de viernes a domingo.
–Los mejores días de la semana, vaya.
–No tiene por qué. Hay personas que encuentran mucho consuelo en el trabajo y en las actividades reguladas, y cuando se encuentran con sí mismas lo pasan peor. El trabajo para muchos es como una droga calmante que les ordena la vida.
–¿Prosa o verso?
–No quiero elegir. La escritura de la novela es más racional. Hay que ser coherente a lo largo de muchas páginas, aunque también se puede improvisar. En la novela no eres tan libre como en un poema, donde puedes escribir lo que te dé la gana.
–¿Cómo concibe la poesía?
–Como un espacio en el que hay mucha libertad de lenguaje.
–En «De los otros» algunos párrafos son un poema novelado.
–Porque la forma de las palabras tiene más importancia que la prosa que estamos acostumbrados a leer o a hablar. Es cierto que en algunos fragmentos de la novela aparecen recursos asociados habitualmente con la poesía. Las fronteras entre poesía y novela no son rigurosas.
–¿Quiénes son los otros?
–Los demás que están por ahí afuera y los demás que uno ha interiorizado. Hablo del comité interior, que son los otros interiorizados y, por tanto, distorsionados. Me parece interesante que la novela se llame «De los otros» porque uno es los otros. La imagen de uno mismo se construye a través de los demás, como si fueran espejos. Somos lo que somos porque vemos cómo la gente reacciona ante nosotros.
–¿Quién es la gente?
–Las personas que tienen influencia en nuestra vida. Los seres humanos con los que interactuamos. Pero el concepto hay que cuestionarlo, ya que es lo suficientemente abierto como para que todo el mundo lo manipule en beneficio propio.
–¿Depende la identidad de las miradas ajenas?
–Claro. Está construida a partir de lo que los otros nos devuelven de lo que somos. Nosotros no sabemos lo que somos. Somos una especie de flujo que se va adhiriendo a distintas miradas e identidades. Desde comienzos del siglo XX existe una crisis de identidad en el ciudadano occidental.
–Por el qué dirán.
–La socialización tiene como efecto vivir de cara a los demás. Somos animales sociales, dijo Aristóteles. No somos espontáneos ni naturales.
–¿Se confunde lo auténtico con las poses?
–Siempre, aunque en unos casos más que en otros. En realidad, lo auténtico no existe. Todo es pose. Auténtico sería el mono prehumano, animales salvajes que actúan por impulso. Ahora lo auténtico es la pose. Facebook es el ejemplo, aunque también hay mucha pose que es falsa. Pero la imagen es una de las principales fuentes de placer.
–Pues vivimos en el mundo de la imagen.
–Los seres humanos tienen autoconciencia y se ven a sí mismos cuando están realizando actividades. Y no sólo desde su mirada, también desde la de los otros. Todos fantaseamos con lo que dirían los demás si nos vieran. Pese a que la importancia de la imagen hacia fuera vaya creciendo, así como la preocupación por el qué dirán, me parece más interesante la imagen hacia dentro, que es la manera en la que uno gestiona las imágenes que se tienen de sí mismo.
–¿Qué busca al escribir?
–No sé si hace falta buscar algo. Quizá sea una de las pocas actividades que hacemos sin buscar nada.
–¿En ningún caso enriquecerse?
–¿En qué sentido?
–Económicamente.
–¿Eres periodista o humorista? A lo mejor espiritualmente. Tiene un elemento gratificante en el hecho de escribir en sí. También al compartirlo con los demás y hablar sobre ello.
–La novela está repleta de diálogos. ¿Cuestión de ritmo?
–No. No se puede pensar solo. Uno piensa con los otros. Aunque cuando pensamos en nuestras casas no hablamos con nadie, siempre hay un diálogo interior.
–¿Qué lugar ocupa el artista hoy en día?
–Muy pequeño comparado con otras épocas. Sin embargo, el concepto sigue teniendo mucho valor. Los cocineros, por ejemplo, ahora son artistas. El artista de toda la vida cuestiona el orden establecido, y eso molesta a los poderes fácticos, al «establishment». Por eso se le niega la posibilidad de llegar a la gente.
–Hila fino. ¿Considera que tiene un estilo propio y singular?
–Mi estilo no es exageradamente propio. A lo mejor ligeramente singular.
–Así, sin haberlo preparado, ¿me puede decir un pareado?
–Estamos a favor del impar.
–¿Escribir poemas ayuda a ligar?
–No especialmente.
–También toca el saxo.
–Sí, doy clases. Son actividades muy diferentes, pero tienen en común la reflexión estética que hay detrás.
–Los músicos no bailan, hacen bailar. ¿Y los escritores?
–Hacen soñar.
–¿Quién liga más, un músico o un escritor?
–Un cineasta.