Literatura
"Matate amor": la odisea literaria de Ariana Harwicz
La novela en la que se basa la nueva película de Jennifer Lawrence, "Die my love", tuvo un recorrido complicado, polémico y meteórico

Todo empezó en Argentina. Que no sólo es el lugar más prestado de la Tierra a la ambivalencia del desarraigo cortazariano o la patria donde según Silvina Ocampo siempre es posible sentir que muere lenta la noche enamorada dormida en algún banco inmóvil del Jardín Botánico de Buenos Aires, sino que constituye uno de los enclaves latinoamericanos más proclives al surgimiento de escenarios posibles. Como si cualquier cosa que sucediera entre las costuras de su geografía de triángulo escaleno pudiera convertirse rápido en otra diferente sólo doblando la esquina, sólo entrando en ese bar al que no entraste nunca, sólo dejándote empujar de vez en cuando por el encantamiento de la casualidad.
Algo así, pero con un porcentaje más elevado de voluntad que de suerte, fue lo que le pasó a Ariana Harwicz en el año 2012 cuando escribió su primera novela. Sin ningún tipo de respaldo editorial –ninguna de las tanteadas con empeño inicialmente mostró interés por la publicación de la obra– y teniendo que recurrir a la ayuda financiera de familiares, la entonces desconocida autora bonaerense autoeditó y autopublicó apenas cien copias de "Matate, amor", un descarnado vómito narrativo sobre la intimidad más visceral de la depresión post parto nada, el erotismo dependiente e insano y la violencia conyugal, nada complaciente con los análisis más edulcorados de las sombras de algunas maternidades.
Al poco tiempo de la realización de este salto al vacío, los circuitos literarios independientes argentinos comenzaron a mostrar interés por el contenido bruto y transparentado de este relato integrado por el testimonio de locura de una mujer escritora que vive en el campo con su pareja y su hijo pequeño y demasiados pájaros negros sobrevuelan sus impulsos y pensamientos más inconfesables.
"Escribí ‘‘Matate, amor’’ con ánimo de venganza. No recuerdo nada salvo eso, que una tarde del final de un verano de tormentas eléctricas de 2011 en mi casa en el campo francés, me tiré al pasto, es decir, ‘‘me recliné sobre la hierba entre árboles caídos y tuve la impresión de llevar un cuchillo con el que iba a desangrarme de un corte ágil en la yugular’’", reconoció la escritora tras la reimpresión de la novela con la editorial Mardulce, una adaptación teatral en 2018, una nominación al Premio Booker y la traducción a nada menos que veinticinco idiomas, entre ellos el inglés que años después le permitió aterrizar de manera directa en las manos de Scorsese y Jennifer Lawrence, quienes compraron los derechos para que este viernes 14 de noviembre se estrene en salas la adaptación cinematográfica que ya ha pasado por Cannes y por San Sebastián dirigida por Lynne Ramsay y protagonizada por la propia Lawrence y Robert Pattinson.
"Pasaron catorce años desde aquella vez en la que me tiré al pasto en un estado demencial, ‘‘Matate, amor’’ fue llevada a juicio y fue leída en una sentencia por un juez de provincia francés. La novela fue citada en mi contra como ‘‘ejemplo de que una novela en la que el personaje odia la maternidad, vuelve mala madre a la autora’’. Escribir no es, como se quiere hacer creer hoy, adherir a una ideología, militar por una ideología, someterse a una identidad, escribir es oponerse al mundo", declaró Harwicz. Y en esas sigue aún, como si cualquier cosa pudiera convertirse de pronto en otra diferente.