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Meryl Streep, reina, y Princesa de Asturias

La ganadora de tres Oscar recogerá en octubre, con 74 años, el Princesa de Asturias de las Artes por su impresionante y exitosa carrera interpretativa
Meryl Streep en "Kramer contra Kramer", su segunda nominación y primer Premio Oscar
Meryl Streep en "Kramer contra Kramer", su segunda nominación y primer Premio OscarIMDB
La Razón

Madrid Creada:

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Ya hay que ser bueno. Hay que ser increíblemente bueno para que el propio desempeño de la profesión hable por uno mismo en todos los rincones del mundo. O por una misma, como es el caso. Sin envolverse en banderas, pero peleando lo justo, sin enarbolar causas ajenas, pero politizando a quien se le quisiera poner por delante. En uno de los fallos menos discutidos de su historia, el jurado del Premio Princesa de Asturias anunció, rayando el mediodía de ayer, que la actriz Meryl Streep (EE.UU., 1949) será la galardonada en la categoría de Artes de este año por su impresionante y exitosa carrera interpretativa, e imponiéndose a otras candidaturas de imponente peso cultural, como El Misteri d’Elx.
La noticia le llega en uno de los pocos momentos de absoluto descanso en su carrera. Streep acaba de rodar la tercera temporada de «Solo asesinatos en el edificio», serie que en nuestro país se puede ver por Disney+ y en la que comparte protagonismo con Selena Gómez. Además, acaba de estrenar «Extrapolations», una serie distópica, para AppleTV+, que bien podría ser el reverso serio de su último (hasta ahora) gran papel en el cine como presidenta de EE.UU. en la satírica «No mires arriba», de Adam McKay.
Ha sido la televisión de prestigio, HBO con «Big Little Lies» mediante, la última frontera para la actriz total, esa capaz de instalarse en el acervo cultural pop bailando (y cantando) al ritmo de ABBA y, justo después, volver a ser nominada al Oscar por un papel como el de «La duda» (2009), desempeño cumbre en cualquier filmografía y que aquí, incluso, se podría percibir como uno más. Cualquier elogio, de hecho, se queda pequeño ante la mujer que enseñó a amar al mismísimo Clint Eastwood, mientras los que no sabían nada de aquel dramón adúltero seguían esperando que se cargara algún puente; la misma, Streep, que definió el arquetipo de la mujer cosmopolita bajo la pluma incisiva de Woody Allen; y la misma, contra Dustin Hoffmann o a favor de Robert Redford, capaz de encerrar en una mirada todo el rango de emociones que va desde el principio de un amor hasta un final amargo.
«Me siento muy honrada de recibir este prestigioso premio de uno de los países y culturas con más talento del mundo. Mi más sincero agradecimiento a Sus Majestades y a Su Alteza Real, tengo muchas ganas de conocerlos en octubre y pasar un tiempo en su hermoso país», recogía como declaraciones de reacción la propia organización de los premios, palabras escuetas quizá para lo magno del reconocimiento, pero que vuelven a incidir sobre lo magnánimo, al menos en lo profesional, del espíritu de Streep, siempre segunda detrás de la alargada sombra de su trabajo.
La actriz se ha impuesto en la votación a iniciativas como El Misteri d’Elx
La actriz se ha impuesto en la votación a iniciativas como El Misteri d’ElxVV.AA.
A sus 73 años, 74 cuando recoja el premio y tinte de (más) sangre azul el carbayón ovetense, Streep se suma en la rama de Cinematografía a una lista de ilustres que van desde su admirado Martin Scorsese (al que le ha rechazado varios roles, «ojalá pueda escribir una mujer que le interese», llegó a bromear «Marty»), los compositores Ennio Morricone y John Williams, y los directores Francis Ford Coppola, Michael Haneke, Pedro Almodóvar o Woody Allen. Pero, una vez más, y casi sin ruido, la intérprete volverá a hacer historia como la primera actriz no española en recibir el Princesa de Asturias, tras la entrega a Núria Espert en 2016. «Ha destacado por su característica versatilidad, que se apoya, según la crítica, en una extraordinaria capacidad para interpretar una gran variedad de personajes y reproducir diferentes acentos», se explicaba en la habitual justificación del fallo un jurado que presidió Miguel Zugaza Miranda y que reunía a destacadas figuras de las artes y letras españolas, desde Joan Matabosch a Helena Pimenta o Claude Bussac.
De este modo, la actriz continuará un curioso idilio con nuestro país, que comenzó de la mano con su carrera, interpretando «El burlador de Sevilla», de Tirso de Molina. Recibió también el Premio Donostia, como homenaje del Festival de San Sebastián, en el año 2008, y estuvo a punto de ser chica Almodóvar, cuando el guion imposible de «Julieta» iba a rodarse en inglés, a principios de siglo. «Pocas actrices en la historia del cine americano poseen la versatilidad de Meryl Streep, actriz de amplísimos registros que domina todos los géneros, la comedia, el drama, el musical, etc. Todo lo hace bien y todo lo hace con naturalidad y verdad. Meryl Streep es una dignísima portadora del Premio Princesa de Asturias de las Artes de este año», ha declarado el director manchego en un comunicado remitido también por la organización.
Pero quizá la historia más curiosa en relación a Streep y España pase por la «Evita» imposible de Oliver Stone. Después de recorrerse Chile, Argentina y Brasil junto al director de «JFK», Streep planeaba unirse como productora, además de como protagonista, al proyecto, hasta que ambos llegaron a la Barcelona de 1989. Fue ahí cuando Streep y Stone decidieron que España era el lugar perfecto para su versión. Entre las mentiras de Menem, residente de la Casa Rosada en ese entonces, y la transformación aperturista que estaba a punto de sufrir la ciudad, todo parecía perfecto. Pero entonces, Warner Bros. encadenó varios patinazos en taquilla y el proyecto acabó en nada. «Fue la decepción más amarga de mi vida», confesaría años más tarde a «The New York Times».
Cuatro décadas después, quizá en gesto dulce del destino, Streep será una de las grandes protagonistas de la ceremonia de entrega en el Teatro Campoamor de Oviedo, en unos Princesa de Asturias que, más allá de la rama de Artes, todavía no han anunciado más nombres pero que, en categorías como la de Investigación Científica y Técnica, por la reciente polémica en torno al descubrimiento del ADN justo cuando se cumplen 70 años desde el hito, tienen ante sí un auténtico dilema.