Miguel Poveda: "Si fuera amigo de Rivera me habría contado lo de Malú"
Treinta años de carrera y un disco de oro para «El tiempo pasa volando», con el que rememora estas tres décadas de éxito que le han llevado a la cima de la revolución flamenca
Treinta años de carrera y un disco de oro para «El tiempo pasa volando», con el que rememora estas tres décadas de éxito que le han llevado a la cima de la revolución flamenca.
Le gusta la cervecita bien fría aunque los casi cuarenta grados que aprietan en Madrid convierten su deseo en un milagro, pero parece no importarle porque está de celebración: 30 años de carrera y un disco de oro para «El tiempo pasa volando», con el que rememora estas tres décadas de éxito que le han llevado a la cima de la revolución flamenca a la que homenajea con cada suspiro.
¿Es usted la versión masculina de Rosalía?
Ojalá (se ríe). La admiro mucho y agradezco que en su coctelera meta también el flamenco. Creo que eso es lo que ha hecho que en Europa y América se vuelvan locos con ella. Su propuesta es novedosa, pero no es una revolucionaria del flamenco, sino una revolucionaria toda ella.
Tras años de giras frenéticas, ahora Poveda procura ajustar al milímetro su agenda para pasar el mayor tiempo posible con su hijo de cuatro años, con el que disfrutará de unas merecidas vacaciones en su nueva casa en la Costa del Sol.
No faltarán castillos de arena en la playa...
Soy muy de playa, pero voy poco porque la gente es muy rápida con el móvil y enseguida te hacen fotos y no me apetece que me saquen la barriguita. Así que me quedaré en la piscina de nuestra nueva casa.
¿Invitará a Albert Rivera a un vermú este verano? Dicen que son muy amigos....
Eso de que es mi gran amigo se ha convertido ya en un mito. Para mí, un amigo íntimo es aquel con el que hablas con frecuencia y compartes confidencias. A Albert le tengo mucho cariño, ha venido a mis conciertos y tenemos muy buena relación, pero no hablamos a diario. Si hubiera sido su gran amigo me habría contado lo de Malú.
Entonces, ¿no fue usted quien les presentó, como se afirma en los mentideros?
¡Qué va! Cuando lo leí pensé que estaban cachondeándose de mí. Yo no los presenté, ellos se conocían de antes, pero ya sabes la cantidad de mentiras que se cuentan por ahí y luego la bola se hace más grande y la gente se lo cree. Yo trabajé con Malú en «La Voz» y ellos ya se conocían . Albert va a muchos conciertos porque le gusta la cultura, pero, oye, que a mí me dejen de líos porque no fui yo quien les incité.
Luchar contra las «fake news» no es tarea sencilla....
Eso es algo horroroso, yo directamente ignoro y bloqueo este tipo de comentarios en las redes sociales, no me molesto ni en desmentirlos, es una pérdida de tiempo. Lo que me importa es mi hijo, que no le pase nada, que esté bien. El resto de cosas son solo tonterías a las que no hay que prestarlas antención alguna.
Con lo que ha visto y vivido estos 30 años en el mundo de la música, ¿le recomendaría a su hijo seguir sus pasos?
La música me ha permitido tener una vida más interesante, crecer y llegar a ser el Miguel que soy hoy en día. Un Miguel que me gusta, las otras versiones de mí mismo las he desechado. Pero eso no quita para reconocer que no ha sido sencillo. A mi hijo no le quitaría la ilusión de ser artista, aunque tampoco le animaría mucho. Cuando yo era pequeño y soñaba con serlo todo era muy fantasioso e idealizaba la profesión. Creía que todo sería luz, estrellas y limusinas, pero nada que ver. Hay momentos muy jodidos y no quiero que pase por todo eso.
De padre murciano y madre manchega, usted nació en Badalona. ¿Cuándo se independizó para instalarse en el sur?
No juguemos con esa palabra. Me emancipé, mejor dicho (risas). Tras Badalona me instalé en Barcelona y luego vine al sur, pero siento el mismo cariño y respeto por ambas. Lo que ocurre en Cataluña me duele porque es mi ciudad. Quiero que vuelva a ser esa urbe de vanguardia, abierta, la capital de Europa. En mi familia hay opiniones de todo tipo, así que prefiero no juntarles para que no se líe. Todo sentimiento es respetable mientras no se excluya al que piensa diferente.
¿Ha valorado suplantar a Rufián en el Congreso y ejercer de político por un día?
Me tomo con mucho humor que digan que nos parecemos. A mí, sinceramente, no me lo parece (risas). Una vez me llamaron para cantar en el Congreso y cuando salí al estrado la gente gritaba: «¡Mirad: Rufián cantando flamenco!». Fue un cachondeo padre. No me molesta. Lo que quiero es que él se cambie el «look» porque yo no lo pienso hacer. Que se afeite o que engorde unos kilos y así se acaba el tema.